/ domingo 20 de octubre de 2024

Padre Marcelo: un ferviente defensor de los derechos indígenas en Chiapas

En su última entrevista con la Organización Editorial Mexicana, el padre Marcelo señaló que su lucha contra la injusticia sería permanente en Chiapas, aunque que le costara la cárcel o la vida

Hijo de padres campesinos, el padre Marcelo Pérez Pérez nació en la comunidad de Chichelalhó, en San Andrés Larráinzar, Chiapas.

Estudió en el seminario y se ordenó sacerdote el 6 de abril de 2002, iniciando sus actividades eclesiásticas como párroco de Chenalhó. Tuvo contacto con sobrevivientes de Acteal, una masacre que ocurrió en 1997.

Durante décadas fue un activista en favor de los derechos humanos y por más de 10 años permaneció en Simojovel.

Este domingo en la mañana fue asesinado por dos sujetos a bordo de una motocicleta cuando había salido de oficiar una misa.

Coordinaba la Pastoral Social de la Provincia de Chiapas, que integra las Diócesis de los municipios de San Cristóbal de Las Casas, Tapachula y Tuxtla Gutiérrez y apoyaba a organizaciones y grupos indígenas religiosos.

Dirigió peregrinaciones y actividades sobre la salud, la pobreza y la violencia en Simojovel. Y vivió amenazas y difamaciones.

En su última entrevista con El Heraldo de Chiapas, de Organización Editorial Mexicana, el padre Marcelo señaló que su lucha contra la injusticia era y sería permanente en Chiapas, aunque que le costara la cárcel o la vida.

Lee más: Acteal a gran escala: la amenaza que se delinea en Chiapas

“En el desempeño de mi responsabilidad pastoral no le he hecho daño a nadie, he protestado en contra de la injusticia y he defendido la vida”, dijo en esa entrevista.

El párroco de Nuestra Señora de Guadalupe, de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, recordaba al sacerdote Diego Andrés, de los Estados Unidos, con quién estuvo cinco años en un internado donde descubrió su vocación para el sacerdocio que estudió en Tuxtla Gutiérrez, siendo de esta región Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, ahora Cardenal, quien lo invitó a regresar a su diócesis.

"Dios me ha mostrado el servicio que debo de hacer, primero un mandado divino de defender la vida, si tengo que dar la vida por defenderla estoy dispuesto. Me ha tocado estar donde está la vivencia de la palabra de Dios, el espíritu de los profetas está en Acteal y en las comunidades, al ser defensor de la vida humana y en general, la defensa de la tierra y el territorio, ante la presencia del crimen organizado, no me ha tocado mediar en la resolución de conflictos para construir la paz”, expuso el presbítero.

Publicado en El Heraldo de Chiapas

Hijo de padres campesinos, el padre Marcelo Pérez Pérez nació en la comunidad de Chichelalhó, en San Andrés Larráinzar, Chiapas.

Estudió en el seminario y se ordenó sacerdote el 6 de abril de 2002, iniciando sus actividades eclesiásticas como párroco de Chenalhó. Tuvo contacto con sobrevivientes de Acteal, una masacre que ocurrió en 1997.

Durante décadas fue un activista en favor de los derechos humanos y por más de 10 años permaneció en Simojovel.

Este domingo en la mañana fue asesinado por dos sujetos a bordo de una motocicleta cuando había salido de oficiar una misa.

Coordinaba la Pastoral Social de la Provincia de Chiapas, que integra las Diócesis de los municipios de San Cristóbal de Las Casas, Tapachula y Tuxtla Gutiérrez y apoyaba a organizaciones y grupos indígenas religiosos.

Dirigió peregrinaciones y actividades sobre la salud, la pobreza y la violencia en Simojovel. Y vivió amenazas y difamaciones.

En su última entrevista con El Heraldo de Chiapas, de Organización Editorial Mexicana, el padre Marcelo señaló que su lucha contra la injusticia era y sería permanente en Chiapas, aunque que le costara la cárcel o la vida.

Lee más: Acteal a gran escala: la amenaza que se delinea en Chiapas

“En el desempeño de mi responsabilidad pastoral no le he hecho daño a nadie, he protestado en contra de la injusticia y he defendido la vida”, dijo en esa entrevista.

El párroco de Nuestra Señora de Guadalupe, de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, recordaba al sacerdote Diego Andrés, de los Estados Unidos, con quién estuvo cinco años en un internado donde descubrió su vocación para el sacerdocio que estudió en Tuxtla Gutiérrez, siendo de esta región Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, ahora Cardenal, quien lo invitó a regresar a su diócesis.

"Dios me ha mostrado el servicio que debo de hacer, primero un mandado divino de defender la vida, si tengo que dar la vida por defenderla estoy dispuesto. Me ha tocado estar donde está la vivencia de la palabra de Dios, el espíritu de los profetas está en Acteal y en las comunidades, al ser defensor de la vida humana y en general, la defensa de la tierra y el territorio, ante la presencia del crimen organizado, no me ha tocado mediar en la resolución de conflictos para construir la paz”, expuso el presbítero.

Publicado en El Heraldo de Chiapas

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