/ jueves 30 de julio de 2020

Productores brasileños digitalizan sus siembras

La tecnología les permite sustituir e incluso mejorar los procesos de cosecha y hasta la venta

RÍO DE JANEIRO. Un video en internet para vender queso blanco, un dron para controlar las malezas... La restricción de contactos personales en carne y hueso debido a la pandemia llevó a muchos productores agropecuarios de Brasil a adoptar herramientas digitales durante la pandemia.

Julio César Busato, al frente de un imperio agrícola de 40 mil hectáreas en el estado de Bahía, pasaba horas en las carreteras para recorrer sus campos o reunirse con los miembros de la Asociación de Productores de Algodón de ese estado.

En los últimos meses descubrió las videoconferencias y está decidido a mantener esa práctica, incluso si la pandemia de Covid-19 retrocede en el segundo país más afectado del mundo.

“Seguiremos teniendo reuniones con ese sistema, que funciona muy bien y facilita el diálogo con los vendedores de insumos”, explicó el productor.

Busato también empezó a interesarse por instrumentos especialmente concebidos para las labores agrícolas.

“Para el control de plagas usaba fotos de satélite, más caras y poco precisas. Ahora estoy evaluando una aplicación para identificar y mapear malezas que quiero erradicar con drones, utilizando los herbicidas con mayor precisión”, detalla.

“Las herramientas digitales ya estaban presentes y estábamos sensibilizados en su uso, pero la pandemia de coronavirus actuó como acelerador”, afirma Silvia Massruhá, directora del departamento de Informática del instituto brasileño de investigación agropecuaria (Embrapa), que ofrece un sistema de gestión a distancia de los rebaños de vacas lecheras.

Para Marcelo Perreira de Carvalho, cofundador de la plataforma de innovación agrícola AgTech Garage, “este proceso trasciende la pandemia, pero el escenario trajo más apertura del sector del agronegocio hacia lo nuevo”.

Los costos y la brecha digital son los retos para la implementación / AFP

REDES SOCIALES

Los pequeños agricultores comenzaron también a adoptar estas prácticas.

El emprendimiento Elysios Agricultura Inteligente, lanzado hace cinco años, desarrolló una bitácora digital, en la cual el productor anota cada etapa de su trabajo y la evolución de sus cultivos. El registro puede ser consultado por su cooperativa, los organismos de crédito y los asistentes.

“La adhesión a las nuevas tecnologías para optimizar la producción se ve ahora como una necesidad. Vimos un interés creciente por nuestras herramientas, especialmente en temas de asistencia, porque el agrónomo tiene acceso a los registros completos del productor y puede auxiliar a distancia”, explica Mario Apollo Brito, director comercial de Elysios, cuyos 300 clientes producen principalmente frutas y verduras.

Las cooperativas, dependientes de programas de compras públicas que fueron suspendidos a causa de la pandemia, también ven estas herramientas de forma positiva para el manejo de su producción.

“La trazabilidad permite vender más al sector privado, cada vez más exigentes en ese punto”, subraya Brito, quien descarta cualquier freno en la digitalización.

Esa es también la opinión Robério Silva de Paiva, un pequeño agricultor de Sobradinho, cerca de Brasilia: “Mandamos fotos a nuestro técnico vía telefónica, y él nos orienta de forma más rápida. Esta adaptación forzada terminó en realidad facilitando nuestro trabajo”, afirma.

Las redes sociales en esta época se han vuelto fundamentales para mantener y mejorar las ventas.

En el estado de Minas Gerais, Moacyr Carvalho Ferreira comenzaba a comercializar sus productos lácteos artesanales en tiendas y puerta a puerta, cuando las medidas de confinamiento de Covid-19 interrumpieron su actividad.

Un día su esposa lo filmó preparando queso blanco en su cocina y publicó el video en internet. El éxito fue instantáneo: “Vendí en quince minutos lo que vendía en una semana. Ahora tengo una base de clientes y mi producción ya está reservada”, cuenta Carvalho Ferreira, quien espera reforzar su comunicación digital y mejorar su logística de entrega cuando la pandemia de coronavirus pase.

Queda pendiente el desafío de la brecha digital en zonas rurales, mencionó. Según el último censo agrícola, de 2017, sólo 30 por ciento de las haciendas brasileñas tenía entonces acceso a internet.

El costo de las tecnologías también dificulta la adhesión de las granjas que practican la agricultura familiar y tradicional (un 80 por ciento de las explotaciones brasileñas), acota Massruhá, para quien “la capacitación y la adopción de las herramientas a través de las asociaciones de productores y cooperativas pueden hacer viable esta transición”.

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Julio César Busato, al frente de un imperio agrícola de 40 mil hectáreas en el estado de Bahía, pasaba horas en las carreteras para recorrer sus campos o reunirse con los miembros de la Asociación de Productores de Algodón de ese estado.

En los últimos meses descubrió las videoconferencias y está decidido a mantener esa práctica, incluso si la pandemia de Covid-19 retrocede en el segundo país más afectado del mundo.

“Seguiremos teniendo reuniones con ese sistema, que funciona muy bien y facilita el diálogo con los vendedores de insumos”, explicó el productor.

Busato también empezó a interesarse por instrumentos especialmente concebidos para las labores agrícolas.

“Para el control de plagas usaba fotos de satélite, más caras y poco precisas. Ahora estoy evaluando una aplicación para identificar y mapear malezas que quiero erradicar con drones, utilizando los herbicidas con mayor precisión”, detalla.

“Las herramientas digitales ya estaban presentes y estábamos sensibilizados en su uso, pero la pandemia de coronavirus actuó como acelerador”, afirma Silvia Massruhá, directora del departamento de Informática del instituto brasileño de investigación agropecuaria (Embrapa), que ofrece un sistema de gestión a distancia de los rebaños de vacas lecheras.

Para Marcelo Perreira de Carvalho, cofundador de la plataforma de innovación agrícola AgTech Garage, “este proceso trasciende la pandemia, pero el escenario trajo más apertura del sector del agronegocio hacia lo nuevo”.

Los costos y la brecha digital son los retos para la implementación / AFP

REDES SOCIALES

Los pequeños agricultores comenzaron también a adoptar estas prácticas.

El emprendimiento Elysios Agricultura Inteligente, lanzado hace cinco años, desarrolló una bitácora digital, en la cual el productor anota cada etapa de su trabajo y la evolución de sus cultivos. El registro puede ser consultado por su cooperativa, los organismos de crédito y los asistentes.

“La adhesión a las nuevas tecnologías para optimizar la producción se ve ahora como una necesidad. Vimos un interés creciente por nuestras herramientas, especialmente en temas de asistencia, porque el agrónomo tiene acceso a los registros completos del productor y puede auxiliar a distancia”, explica Mario Apollo Brito, director comercial de Elysios, cuyos 300 clientes producen principalmente frutas y verduras.

Las cooperativas, dependientes de programas de compras públicas que fueron suspendidos a causa de la pandemia, también ven estas herramientas de forma positiva para el manejo de su producción.

“La trazabilidad permite vender más al sector privado, cada vez más exigentes en ese punto”, subraya Brito, quien descarta cualquier freno en la digitalización.

Esa es también la opinión Robério Silva de Paiva, un pequeño agricultor de Sobradinho, cerca de Brasilia: “Mandamos fotos a nuestro técnico vía telefónica, y él nos orienta de forma más rápida. Esta adaptación forzada terminó en realidad facilitando nuestro trabajo”, afirma.

Las redes sociales en esta época se han vuelto fundamentales para mantener y mejorar las ventas.

En el estado de Minas Gerais, Moacyr Carvalho Ferreira comenzaba a comercializar sus productos lácteos artesanales en tiendas y puerta a puerta, cuando las medidas de confinamiento de Covid-19 interrumpieron su actividad.

Un día su esposa lo filmó preparando queso blanco en su cocina y publicó el video en internet. El éxito fue instantáneo: “Vendí en quince minutos lo que vendía en una semana. Ahora tengo una base de clientes y mi producción ya está reservada”, cuenta Carvalho Ferreira, quien espera reforzar su comunicación digital y mejorar su logística de entrega cuando la pandemia de coronavirus pase.

Queda pendiente el desafío de la brecha digital en zonas rurales, mencionó. Según el último censo agrícola, de 2017, sólo 30 por ciento de las haciendas brasileñas tenía entonces acceso a internet.

El costo de las tecnologías también dificulta la adhesión de las granjas que practican la agricultura familiar y tradicional (un 80 por ciento de las explotaciones brasileñas), acota Massruhá, para quien “la capacitación y la adopción de las herramientas a través de las asociaciones de productores y cooperativas pueden hacer viable esta transición”.

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