/ domingo 23 de julio de 2017

Lesthat, un chico promedio enfocado en sus metas

Por EMMANUEL GALLARDO Se llama Lesthat, en honor a Lestat deLioncurt, el vampiro caprichoso y sexual de las novelas de AnneRice, y que después Hollywood llevó al cine allá por 1994. No leincomoda que su madre haya escogido ese nombre. De Manelick, solosabe que significa hombre sabio y lo explica en corto, así como noqueriendo hacer alusión a su resultado perfecto de 120 aciertos enel examen de admisión para la carrera de Biología, en laUniversidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Lesthat Manelick Martínez López tiene 20 años y la vozneutra. En seco, hace a un lado la pregunta sobre su fecha denacimiento: “La verdad no me gustaría compartir ese tipo dedatos”. Es reservado, de palabras pausadas y con cierto sonsonetepor las varias entrevistas que ha dado desde que se hizo públicoel resultado que obtuvo.

Parece controlar su tono; un dejo de fastidio muy sutil porhablar de nueva cuenta con la prensa que lo ha retratado como ungenio. Pero él se defiende: “Soy como cualquier joven promedioen México”.

Desde los 14 años la biología se le metió a la cabeza graciasal maestro Arturo, un profesor que tuvo en tercer año desecundaria que le habló de genética y del ADN, de la cadenahelicoidal: “Puede tener tanta información (genética),prácticamente, todo de lo que estamos hechos”.

Manelick tiene miras altas. Ve como ejemplo al doctor MarioMolina, científico especializado en química atmosférica, que en1995 se convirtió en el primer mexicano en ganar el premio Nobelde Química, por su papel en la investigación y explicación de laamenaza a la capa de ozono por los gases clorofluorocarbonos. Temasdensos

Lesthat Manelick asegura que en su vida no ha pasado nadarelevante. Se esfuerza en recalcar que lo que logró es resultadosólo del trabajo constante: dos horas diarias de estudio de lunesa viernes. Descanso sábados y domingos y repite la operación paratener el resultado perfecto en un examen de 120 reactivos.

De niño, Lesthat tenía la afición por mirar insectos en elBosque de Chapultepec y en el Jardín Botánico. Se iba con sufamilia y después, de más grande, con amigos igual de apasionadosque él en temas de biología, actuaría e ingeniería en sistemas.Amigos con los que también jugaba futbol cada semana. Podíahacerlo en la defensa, o en la media cancha, pero eso sí, denuevo, un desempeño “nada extraordinario”. Un jugador“normal y sin fanatismos”.

Hoy en día, Lesthat Manelick no toca un balón de futbol ni porerror, y no practica ningún deporte. “En un futuro”, dice.

De su familia habla poco. “Por respeto a mi madre, no quisieramencionar nada sobre ella”. Los prefiere poner en conjunto:Abuelos, madre, hermano, todos ellos han sido pilar indiscutible ensu vida. Son quienes lo han enriquecido con todas las pláticas desobremesa y donde últimamente los temas de violencia e inseguridadson los que más se debaten. En el barrio de Lesthat Manelick, lascosas se han vuelto peligrosas en los últimos años por los robosrecurrentes.

“No me siento seguro en la Ciudad de México”, afirma sintitubeos. Pero no va más allá porque dice que “no le gustaríahablar más al respecto”, se mesura.

Se siente afortunado por tener la familia que tiene, por contarcon sus abuelos y su grupo de amigos; pero sobre todo, el hermanode menor de Manelick de quien dice ha sido un “pilarindiscutible”.

“Es alguien muy inteligente y capaz. La forma en que analizalas cosas a mí me impacta, para su edad. El conocimiento queadquiero de él es muy conmovedor y gratificante”, afirmarespecto a su hermano menor.

Manelick no se ilusiona con futuros inciertos, pero sí se ve encinco años concluyendo sus estudios en biología, listo paraespecializarse y comenzar así a integrarse al mundoprofesional.

El joven estudiante es determinante: a los jóvenes que no hantenido la oportunidad de entrar a alguna opción universitaria, lesdice: “no tengan miedo de tomar una decisión y equivocarse,porque de eso se trata: caer y levantarse. Hay que seguir y lucharpor lo que te apasiona, sin importar lo que digan los demás,porque al final del camino está la meta que te propusiste”.

Lesthat por años, portó los colores guinda y blanco delPolitécnico, ya que terminó la educación media superior en laVocacional 3 de Taxqueña. Dentro de poco, el chico reservado connombre de vampiro hollywoodense, hará un cambio de sangre y piel.El azul y oro le dio ya la bienvenida.

Por EMMANUEL GALLARDO Se llama Lesthat, en honor a Lestat deLioncurt, el vampiro caprichoso y sexual de las novelas de AnneRice, y que después Hollywood llevó al cine allá por 1994. No leincomoda que su madre haya escogido ese nombre. De Manelick, solosabe que significa hombre sabio y lo explica en corto, así como noqueriendo hacer alusión a su resultado perfecto de 120 aciertos enel examen de admisión para la carrera de Biología, en laUniversidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Lesthat Manelick Martínez López tiene 20 años y la vozneutra. En seco, hace a un lado la pregunta sobre su fecha denacimiento: “La verdad no me gustaría compartir ese tipo dedatos”. Es reservado, de palabras pausadas y con cierto sonsonetepor las varias entrevistas que ha dado desde que se hizo públicoel resultado que obtuvo.

Parece controlar su tono; un dejo de fastidio muy sutil porhablar de nueva cuenta con la prensa que lo ha retratado como ungenio. Pero él se defiende: “Soy como cualquier joven promedioen México”.

Desde los 14 años la biología se le metió a la cabeza graciasal maestro Arturo, un profesor que tuvo en tercer año desecundaria que le habló de genética y del ADN, de la cadenahelicoidal: “Puede tener tanta información (genética),prácticamente, todo de lo que estamos hechos”.

Manelick tiene miras altas. Ve como ejemplo al doctor MarioMolina, científico especializado en química atmosférica, que en1995 se convirtió en el primer mexicano en ganar el premio Nobelde Química, por su papel en la investigación y explicación de laamenaza a la capa de ozono por los gases clorofluorocarbonos. Temasdensos

Lesthat Manelick asegura que en su vida no ha pasado nadarelevante. Se esfuerza en recalcar que lo que logró es resultadosólo del trabajo constante: dos horas diarias de estudio de lunesa viernes. Descanso sábados y domingos y repite la operación paratener el resultado perfecto en un examen de 120 reactivos.

De niño, Lesthat tenía la afición por mirar insectos en elBosque de Chapultepec y en el Jardín Botánico. Se iba con sufamilia y después, de más grande, con amigos igual de apasionadosque él en temas de biología, actuaría e ingeniería en sistemas.Amigos con los que también jugaba futbol cada semana. Podíahacerlo en la defensa, o en la media cancha, pero eso sí, denuevo, un desempeño “nada extraordinario”. Un jugador“normal y sin fanatismos”.

Hoy en día, Lesthat Manelick no toca un balón de futbol ni porerror, y no practica ningún deporte. “En un futuro”, dice.

De su familia habla poco. “Por respeto a mi madre, no quisieramencionar nada sobre ella”. Los prefiere poner en conjunto:Abuelos, madre, hermano, todos ellos han sido pilar indiscutible ensu vida. Son quienes lo han enriquecido con todas las pláticas desobremesa y donde últimamente los temas de violencia e inseguridadson los que más se debaten. En el barrio de Lesthat Manelick, lascosas se han vuelto peligrosas en los últimos años por los robosrecurrentes.

“No me siento seguro en la Ciudad de México”, afirma sintitubeos. Pero no va más allá porque dice que “no le gustaríahablar más al respecto”, se mesura.

Se siente afortunado por tener la familia que tiene, por contarcon sus abuelos y su grupo de amigos; pero sobre todo, el hermanode menor de Manelick de quien dice ha sido un “pilarindiscutible”.

“Es alguien muy inteligente y capaz. La forma en que analizalas cosas a mí me impacta, para su edad. El conocimiento queadquiero de él es muy conmovedor y gratificante”, afirmarespecto a su hermano menor.

Manelick no se ilusiona con futuros inciertos, pero sí se ve encinco años concluyendo sus estudios en biología, listo paraespecializarse y comenzar así a integrarse al mundoprofesional.

El joven estudiante es determinante: a los jóvenes que no hantenido la oportunidad de entrar a alguna opción universitaria, lesdice: “no tengan miedo de tomar una decisión y equivocarse,porque de eso se trata: caer y levantarse. Hay que seguir y lucharpor lo que te apasiona, sin importar lo que digan los demás,porque al final del camino está la meta que te propusiste”.

Lesthat por años, portó los colores guinda y blanco delPolitécnico, ya que terminó la educación media superior en laVocacional 3 de Taxqueña. Dentro de poco, el chico reservado connombre de vampiro hollywoodense, hará un cambio de sangre y piel.El azul y oro le dio ya la bienvenida.

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