Con la emoción a flor de piel por alcanzar sus metas y sin importarles hacer historia por lograr la primera adopción homoparental en Jalisco, Palmira Martínez Gallardo y Gabriela Flores, platican cómo fue el largo proceso de adopción y que finalmente tras cinco años se les concedió.

En entrevista para Organización Editorial Mexicana señalan que ellas tuvieron que prepararse con mucho tiempo, asesorarse con psicólogos y hasta con abogados para lograr esta adopción y “acudimos con una mentalidad fría, de que sabíamos a lo que nos enfrentábamos, que podrían cruzarse obstáculos en el camino” es decir se prepararon para todo porque la sociedad tapatía es aún conservadora en muchos aspectos y ahora ese será el reto para afrontar con su hijo Ricardo.

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Este tipo de solicitudes de adopciones nunca se habían realizado en Jalisco y tuvieron que abrir muchas puertas para cambiarle la vida a un menor en situación de abandono, aunque también tenían la opción de realizar una inseminación artificial.

En caso de Palmira, tuvo su primer acercamiento con menores abandonados o huérfanos al ser voluntaria en una casa hogar en donde se involucró con los menores que estaba en esa situación ya sea por “maltrato, abandono, por enfermedad y de verdad cuando te llegas a involucrar en un nivel así te sensibilizas mucho, cambia el pensamiento y la visión de un tema de adopción”.

Esta experiencia hizo que Palmira invitara a su esposa Gabriela para también ser voluntaria en la casa hogar y ahí fue en donde decidieron dar el paso para buscar la adopción pese a todos los obstáculos que les hacían ver lejana esa posibilidad hasta que una abogada experta en adopciones les dijo que ella llevaba el caso y así después de cinco años lo lograron.

Ahora ellas emocionadas le explican muchas cosas nuevas a su hijo, empezando desde el concepto de familia y de que hay diversos tipos de familia con mamá y papá; sólo mamá, sólo papá, abuelos; pero también la que se conforma por mamá y mamá o la de papá y papá. A ellas les preguntaron si preferían una niña o un niño, pero todo es cuestión de empatía con el menor.

Ambas reconocen que el verdadero reto comienza en este momento para prepararse de cómo afrontar la reacción de la sociedad, de los compañeros de escuela, de la gente que las rodee como familia, “tenemos súper claro ese tema y la base de toda buena relación con los hijos, su fortaleza y de cómo se desarrollen en su vida es la comunicación y queremos tener mucha comunicación con Ricardo y conforme a su edad” por lo que están conscientes de que deberán acompañar este proceso con psicólogos y “que tenga claro que tiene dos mamás pero lo amamos mucho”.

En ese sentido tienen claro que habrá personas “que no lo van a aceptar, que le van a decir que está mal su familia, pero queremos prepararlo para eso y que esté consciente de que son maneras diferentes de pensar u debe haber tolerancia”.

Al hablar de su hijo y de cómo comenzó a reaccionar a la integración familiar como es el caso de conocer a los abuelos de quienes no tenía idea del concepto ya que “él creía que los abuelos eran personas viejitas” en este caso no fue así ya que son personas más jóvenes y se le explicó que eran los papás de ellos y se le comenzó a integrar a la familia entendía ya que todo era nuevo para él.

Finalmente recuerdan el momento en el que le dijeron que ya era su hijo y lo primero que hizo fue reírse porque “no entendía al 100% la situación, pero él lo demuestra con el apapacho, la felicidad que irradia y ve que es su familia, está encantado”.