Con o sin viacrucis, con o sin escenificaciones de jueves Santo, la vida de los comerciantes de la comunidad de San Martín de las Flores sigue y aunque las ventas no son como las de hace tres años, ven pasar lento el día y con pocas compras, algunos de ellos cerca de las dos de la tarde no habían vendido nada.
Caminar por la principal calle de San Martín de las Flores en jueves Santo, sin ningún tipo de actividad religiosa es como si se caminara en cualquier semana en donde el comercio, los puestos ambulantes y los problemas para circular son cotidianos, nada extraordinario se nota en este día, ninguna decoración religiosa, las iglesias y el sitio del centro de reunión de los actores de la Judea en Vivo cerrados y hasta con candado.
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De un lado se escucha “Qué va a llevar güerita”, “pásele, pásele, lo que guste”, “en cuanto esta ropa”; “no tiene cambio, apenas me voy a persinar”, así las voces del comerciantes y sus clientes quienes abochornados por el calor apresuran sus compras y corren en medio de las decenas de mototaxis que circulan en un ir y venir frente al mercado, en las calles estrechas, desesperados por el lento caminar de algunas personas de la tercera edad, de que los pocos camiones que pasan se van lo más rápido posible.
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Dialogar con los ellos y conocer cómo van las ventas, indican don Alfredo que van lentas, “no como la de otros años, hay pocos clientes”, mientras atiende un cliente que le compra un cinturón y le ayuda a hacer un par de hoyos para que le quede, platica que “todo está muy tranquilo, no se va a hacer como cada año, va a ser igual que hace un año, va a ser virtual” y eso no llevará clientes.
Pero los ánimos no se bajan y si no tiene cambio “ahorra lo conseguimos, que para eso estamos” lo importante no es dejar ir la venta porque de por sí no las hay se van los clientes, menos ingresos se tendrán y va de un puesto a otro cambiando el billete con el que le pagan para regresar con el cambio y desearse ambos una buena tarde.
Paso adelante los puestos de empanadas y pan de feria casi vacíos, pero no cae el ánimo y aunque los que atienden esperan más clientes, la realidad es otra, “no será como hace tres años, en donde venía mucha gente” y las ventas eran mejores, pero la tarde aún es joven y hay suficiente luz para que lleguen más a comprarles sus panes o empanadas de temporada para el café, el chocolate o simplemente como un postre.
Así las calles de San Martín de las Flores que no pierden su vida comercial, pero su latir es menor al de otros años, mientras a lo lejos el cuartel de la policía vigilan las calles, el ir y venir de quienes caminan por esa zona, de los locales, de los foráneos.