La señora Alicia Nilo, es quien mantiene la tradición de vender buñuelos, misma que heredó de su bisabuela, abuela y de su mamá María, quienes iniciaron con el pequeño puesto en el año 1920. Narra a El Occidental como ha sido para ella y su familia preservar su elaboración y la venta en un lugar emblemático. Fue en el año 1968, cuando Alicia también se involucró en el negocio en el que vende buñuelos. Pero ella también involucró a una de sus hijas y a sus nietas.
“Mi mamá duró 80 años vendiendo, antes también vendía mi abuela y mi bisabuela. Se ha heredado de generación en generación, ya vamos en la quinta. Se vienen mis cuatro nietas conmigo y a la que le gusta empieza a enseñarse. Mi hija también vende”, compartió la señora Alicia Nilo. Por su parte, Patricia Lira, hija de doña Alicia también tiene un puesto afuera de la tienda de conveniencia junto al Santuario Guadalupano. “Estoy afuera del Santuario desde que mi mamá estaba embarazada y así ella sucesivamente. Desde chiquita ayudaba en la elaboración, me traían para lavar platos y a ayudarle a atender. Así fui creciendo, fui aprendiendo y ya tengo mi propio puesto desde hace más de 35 años”.
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Para elaborar los buñuelos, la señora Alicia se levanta a las seis de la mañana y comienza a preparar la masa, según el tipo de buñuelo. Durante el novenario de la Virgen de Guadalupe, prepara 10 kilos de masa diariamente, mientras que en día ordinario la venta baja y solo elabora de dos a tres kilos por día. El buñuelo tradicional lleva harina, sal y manteca. Mientras que el buñuelo enmielado lleva adicional huevo y azúcar, sin embargo, asegura doña Alicia que el secreto no está en los ingredientes. “El secreto está en la masa, porque si no sabe amasar, así le ponga todo lo que usted quiera, no le va a salir, que tenga correa”. Asegura que incluso hay lugares en los que se venden al público tortillas de harina fritas haciéndolas parecer buñuelos tradiciones, pero están lejos de serlo.
Buñuelos tradicionales
“Ahorita mucha gente compra tortillas de harina y nomás la fríen y la venden aquí. La gente que sabe probar esto, se da cuenta y la gente que no sabe, se las come como tostadas. Hay que vender lo original para que regresen”, manifestó.
En el pequeño puesto ubicado en la explanada del Santuario, vende buñuelos conocidos como de rodilla o tradicionales, bañados con jarabe de piloncillo; buñuelos enmielados (tipo muégano) y buñuelos de viento. Estos se acompañan tradicionalmente con atole blanco, pero también vende de guayaba, de nuez, champurrado y ponche de fruta. El tradicional, que va quebrado dentro de un plato hondo y bañado con el jarabe a base de piloncillo, agua, hoja de higo y tejocote, es el preferido de los tapatíos.
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Desde niña la llevaban a los buñuelos
Para quienes visitan el Santuario en estas fechas, es imperdible no llegar a degustar ese delicioso antojito para merendar. Karina Aguayo, una clienta frecuente del puesto de la entrevistada, compartió que desde su infancia, la llevaban disfrutar de los buñuelos. “Mi mamá me traía desde que tenía como 5 o 6 años. Veníamos desde la colonia San Joaquín, mis tías, mi abuelita, todas. Era visita obligada venir con la Virgen y después a los buñuelos. Son los mejores”. El barrio, es un lugar de historias, anécdotas, de convivencia, no sólo este día 12 de diciembre.