Entre el asfalto de la Zona Metropolitana de Guadalajara, su contaminación y el rey automóvil que invade sus calles cada mañana, hay un rincón en la ciudad donde basta cruzar los Arcos de la llamada Pila Seca para trasladarse en el tiempo a un pueblito, donde aún cantan los gallos en cada mañana, el olor del café de olla alcanza todas las casas, suena el mariachi y por las noches se vive la fiesta en el Parián, se trata de San Pedro Tlaquepaque.
Es un pueblito en la ciudad, donde, de cara a los próximos festejos patrios, incluso el Grito de Independencia sabe y se vive diferente. Le invitamos a un rápido recorrido por este pueblo mágico, conocido no solo por su alfarería, sino por su folclor y sobre todo su historia.
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La visita obligada a Guadalajara incita al turista a desviarse a esta otra parte de la metrópoli, todo el tiempo adornada con paraguas, bordados aéreos, flores y en estas fechas adornos con los colores patrios.
El recorrido comienza justo por el Andador Independencia, una de las calles más antiguas de Tlaquepaque, cuyas casonas son escenario de galerías, restaurantes, artesanías, museos, hoteles y sobre todo mucha historia. Y es en este contexto que no se debe dejar pasar la finca 208 -actualmente habilitada como el restaurante Cielito Lindo-, donde ocurrieron hechos importantes en la historia del México Independiente.
Es en esta casa en donde, el 26 de noviembre de 1810, fue alojado el cura y padre de la patria Miguel Hidalgo y Costilla, en su paso por la ciudad antes de firmar en Guadalajara el decreto de abolición de la esclavitud. Además, el 13 de junio de 1821, en este mismo espacio se firmó la consumación de la Independencia de México, con la adhesión al Plan de Iguala, por el general Pedro Celestino Negrete.
Tlaquepaque cuenta con un andador en donde encontrarás diversas galerías
Con esculturas a lo largo del andador, por otro lado las piezas de artistas como Agustín Parra, Camilo Ramírez o Rodo Padilla conforman la galería A Cielo Abierto que ofrece al espectador una mirada fantástica de este popular andador.
Sin embargo, para los gustosos de la gastronomía y la artesanía, la mezcla perfecta la encuentran en el taller Nuestros Dulces, que elabora múltiples artículos para la tienda (del mismo nombre) asentada en el corazón de San Pedro Tlaquepaque.
La fábrica remonta a las tienditas antiguas de un pueblito, y es con esta vista que sus integrantes reciben al visitante para que pueda conocer el proceso de elaboración de estos tradicionales dulces, así como degustar y (¿por qué no?) llevarse unos para compartir en familia. Y es que si bien son conocidos por su rompope y cocadas, también albergan y crean la Cajeta Lugo y la Cajeta Sayula, y los deliciosos chocolates Cristina Taylor, que en conjunto además dan una variedad de artículos para todos los gustos.
Después de disfrutar de una buena comida en alguno de los muchos restaurantes, cafeterías o puestos en la zona, para el postre qué mejor que 'Bravo, cocina y agave', en el que se pueden degustar múltiples y variados destilados -que pueden ir desde los tequilas más puros, los mezcales más fuertes o el sotol más intrépido- acompañados de postres artesanales que generan una explosión de sabor única para el paladar.
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Sin dejar de lado otros sitios emblemáticos o populares que se encuentran en el primer cuadro de San Pedro Tlaquepaque (como El Parián, Centro Cultural El Refugio, el Museo Regional de Cerámica o el Jardín Hidalgo), los esfuerzos que se realizan para hacer de este pueblo mágico un lugar atractivo para el turismo hacen que todo el tiempo y a todas horas prácticamente haya un atractivo digno de disfrutarse.