El sismo de 1985 nos mostró que no estábamos preparados para un acontecimiento de esa magnitud en donde el 60 por ciento de la ciudad tuvo daños, parecía una ciudad bombardeada y muchos entraron en crisis nerviosa preguntándose qué había pasado, buscando a familiares y ocurrió en momentos en los que la jornada diaria comenzaba; por la magnitud se llegó a decir que la ciudad había desaparecido del mapa.
Ciudad Guzmán, municipio de Jalisco ubicado a las faldas de la Sierra del Tigre, despertó ese día con una sacudida que les trajo de golpe la memoria que habían olvidado ya que se ubican en una zona de constantes movimientos telúricos, explicó José Fernando González Castolo, titular del archivo histórico y cronista oficial de Ciudad Guzmán.
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A la fecha quienes vivieron y recuerdan ese acontecimiento tienen mínimo 45 años y uno de ellos es el propio José González quien menciona su experiencia. “Recuerdo con mucho estupor el suceso cuando vemos cómo colapsa un patrimonio que fue construido por tantos años y tantos sacrificios o que inclusive fallecieron personas cercanas”.
Al cuestionarlo cómo lo vivieron su familia y él con 12 años en esa fecha, mencionó que ellos tuvieron una casa bien hecha por su papá y no le pasó nada, la consideró como una hora difícil porque era la siete de la mañana con 19 minutos y estaban en proceso de ir a la escuela y sus padres de ir al trabajo porque daban clases. Pero algunos de sus hermanos ya estaban en la escuela porque entraban a las siete de la mañana.
“El hecho de ver cómo se mueven los edificios es realmente aterrador en ese momento porque todo cruje, uno no sabe cómo entender y asimilar esos pequeños segundos o minutos que se viven y siempre va a surgir el instinto de conservación al procurar alejarnos de lo que sabemos que puede ser peligroso y eso permitió que muchas personas no fallecieran al interior de sus casas”.
Pero desde su perspectiva y como niño de 12 años el “gran choque” que tuvo fue al salir a la calle y ver que los vecindarios ya no existían como tales, había cambiado radicalmente todo el panorama urbano, parecía una ciudad bombardeada y todo estaba grisáceo por la neblina del polvo que al caer se veía un aspecto tétrico”.
La imagen que se tenía en ese momento es igual a la que se aprecia en los documentales o series y en las calles se “veía a las personas corriendo, gritando como loca, llorando y de repente se da la noticia de que la gasera que estaba cerca iba a explotar y la gente corrió a la montaña para resguardarse porque la ciudad iba a tener más daños” per o no ocurrió.
Pero uno de los símbolos que más duele a la fecha es el daño a la catedral la cual perdió sus dos torres y no se han vuelto a construir y esa situación “sigue impactando el no verla con sus torres es realmente una tragedia generalizada”, aunque no siempre tuvo las torres.
A 38 años de ese temblor aún recuerda que a pesar de que la atención se centró en la Ciudad de México por la cantidad de edificios derrumbados, en Jalisco estaba la ciudad que más daños había sufrido y en algunas zonas se “comentaba que Ciudad Guzmán había desaparecido del mapa, a ese grado y el movimiento no nos permitió dimensionar lo que había afectado a la ciudad este acontecimiento”.
Detalló que la memoria del municipio está sustentada en los movimientos telúricos y desde siempre en el me s de octubre la fiesta patronal se realiza en honor del santo San José al que la Iglesia lo celebra en marzo, pero en este municipio del sur de Jalisco se hace en octubre precisamente porque es el santo patrono de la ciudad desde el año de 1749.