Hay temas complejos, crudos, difíciles de asimilar, pero que sin embargo se deben leer para poder estar enterados, por más que existan las ganas de rehusarse, esos temas escabrosos están dentro del mundo de la literatura para abrir un debate, los ojos y aunque se quiera, se desee que lo que se lee es ficción, es cruel enterarse que todo gira alrededor de una historia real.
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Todo esto resume a algunos de los sentimientos que provoca la novela La niña y el sacerdote, el cual fue escrito por Roberto Castelán y es editado por La Zonámbula. Fue presentado dentro del marco de la FIL, y despertó cierto morbo entre los presentes que quedaron pasmados al escuchar de que va este relato.
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El libro navega en aguas turbias, complejas, pues cuenta la historia de un sacerdote que viola a una niña de trece años, en la presentación se advirtió que cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia, pues de base cuenta con una historia que es real. La cosa se vuelve más complicada, cuando el representante de la iglesia utiliza el chantaje y las mentiras, apegándose a frases de fe para que la niña se convierta en su pareja.
Castelán intenta reflexionar respecto a lo que considera como verdaderas amenazas en el presente que se vive, por un lado la función evangelizadora de la iglesia católica y la otra, más indignan te aún, que es la pedarastia que prevalece en esta organización de fe, y que pareciera tratar de ser ocultada, enterrada o simplemente ignorada.
El autor sigue en la idea de exponer las contradicciones de la iglesia, esas que tienen en sus discursos de dar una sonrisa al exterior, cuando por dentro las cosas no cuadran o tienen esta clase de oscuros pasajes. Peor aún, complementó el autor, es que pareciera que la sociedad se hace de la "vista gorda", hasta cierto punto es complaciente y no se indigna, o es que simplemente el tema es tan incómodo que se asustan y no se animan a confrontar estos terribles hechos.