Si llegar a la parte más alta a través de la escalera, ver el fondo y lo que hay cruzar da la sensación de subir a una montaña rusa, cruzar el puente peatonal es todo un deporte extremo, cada vez pierde más piezas, lo están desmantelando ladrones de metal o simples vándalos, se lo llevan poco a poco a las chatarreras y pierde estabilidad. Se cimbra al menor movimiento.
Se localiza en el cruce de la avenida Lázaro Cárdenas a la altura de la calle Encino por el extremo norte y de Brasil al extremo sur.
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Es de los pocos que quedan. Pareciera que se extinguen y la idea es que no existan más, dejando la opción a los ciudadanos a que crucen por los pasos a desnivel que tiene a la altura de Gobernador Curiel, 8 de Julio, Colón y Cruz del Sur.
Sin embargo, este último tramo no solo es el más largo, sino que además tiene el tramo a nivel de piso de mayor longitud y eso lo convierte en un mortal atractivo de intentar cruzar por ahí corriendo, sorteando vehículos, arriesgando la vida… como lo reconoce don José, empleado de una refaccionaria de la zona que tiene que ir del otro lado para llevar una pieza y reconoce: “Me da flojera, sé que hay riesgo, pero el puente ya no se puede cruzar”.
Javier Parada, nuestro lector, detalla: “Alguien se ha estado llevando paulatinamente trabes, malla de acero, travesaños, de manera que en este momento ya resulta vertiginoso cruzar por ahí”.
Salta a la vista la falta de tubulares en la parte alta que hacen las veces de tirantes y evitarían que el puente “baile” ante el menor movimiento o incluso una racha de viento.
Lo han reportado ante el municipio, Infraestructura y Obra Pública e incluso al 911, pero nadie clausura el puente -si es que ya no lo van a usar- ni le dan mantenimiento, es un mueble de la ciudad olvidado y está a su suerte, como una opción para cruzar aunque resulte un deporte extremo.