A casi dos años de que llegó la pandemia por Covid-19 a la entidad, artesanos indígenas del Estado hablaron de las afectaciones que esto les generó; al no tener posibilidad de vender varios de ellos se dedicaron a trabajar en otras cosas de manera temporal.
Hilario de la Cruz Díaz, de San Sebastián en el municipio Mezquitic, platicó que lo primero que les pegó fue el tema de las restricciones, ya que cuando se cerraron varias actividades económicas ellos se quedaron sin espacios para poder ofertar su mercancía.
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"En estos dos años nos fue mal porque no trabajamos, porque no salimos, y pues estábamos en casa y estábamos haciendo el trabajo de lo que teníamos, y pues no podíamos vender. Yo hacía la lucha y a vender con los amigos quienes me compraban poquito, y con eso, me la pasé encerrado siete meses".
Si bien su actividad poco a poco se retomó, sí expresó que por las bajas ventas que tuvieron los primeros meses de la pandemia se quedaron sin el recurso suficiente para comprar mercancía, lo que los orilló a pedir o esperar ayuda del gobierno, ante la necesidad de poder llevar el pan a casa.
Collares, pulseras, aretes y otros accesorios, artesanías para decoración, artículos para el hogar y hasta ropa que tejen desde cero, es parte del trabajo que realizan con la esperanza de poder vender. Con diversas técnicas que evidencian el gran esfuerzo y sobre todo parte de la cultura de sus pueblos, admiten que fue duro tener que dejarlo durante un tiempo.
"Yo vine de la zona norte de Jalisco a vivir a Zapopan para salir adelante y mis hijos vivieran mejor, y ya cuando llegué se nos vino la pandemia y pues yo me dedico a vender mi artesanía y ya cuando llegó no salimos a vender y pues ahí estuvimos trabajando en el campo, con todo y mis hijas porque ellas tampoco ya no fueron a la escuela", expresó por su parte Yolanda Torres.
Al ser madre de siete hijos y separada narra que fue difícil poder sortear los gastos, sobre todo porque el panorama apenas va recuperándose para ellos ahora que sí se colocan a vender sus artesanías.
"A mí me encanta lo que hago, yo me dedico a vender mi artesanía y así pago mi renta, mi luz y la escuela de mis hijos, y hoy estoy más a gusto porque pues ya hemos salido a vender, ya no están permitiendo exponer nuestro trabajo".
Ella, como otros compañeros más, exhiben y ofertan su mercancía a las afueras de la Basílica de Zapopan, en pleno centro del municipio, por ello, y ahora que prácticamente todas las restricciones están levantadas, esperan poder mejorar su panorama.
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