Ser hombre cercano al Alfarismo y en especial de Ismael del Toro no ha sido tarea fácil para Eduardo Fabián Martínez Lomelí, quien contra viento y marea se abre camino propio en su nada sencilla encomienda como Secretario General del Gobierno de Guadalajara, después de haber cumplido un período como el Presidente Municipal de Guadalajara más joven.
Sentado en su despacho, sereno, saboreándose un agua fresca, mirando fijamente con orgullo la bandera de México en su vitrina, empieza a hablarnos del gran amor que le tiene a la tierra que lo vio nacer, en especial a Guadalajara, donde creció en el seno de una familia honesta y trabajadora que le inculcó siempre los valores de la honestidad, trabajo y sobre todo humildad para poder servir al prójimo.
En su carrera política ha tenido que sortear ciertas situaciones incómodas internas de trabajo donde, pese a pertenecer al mismo grupo político, las diferencias actuales se ven reflejadas en su actual puesto como Secretario General de Gobierno.
¿Cómo llega Eduardo Martínez a la política?
Como muchos jóvenes tocando puertas y escuchando a las personas sus demandas y propuestas, participando activamente en las colonias, en el barrio, como un político espontáneo que disfruta el trabajo de calle.
Un día toqué la puerta de Alianza Ciudadana y me la abrió un hombre pelón, valiente; un líder con cualidades únicas a quien admiro y respeto que hoy es Gobernador: Enrique Alfaro, quien nos invitó a participar además de compartir con nosotros sus ideas y esperanza de cambiar la forma de hacer política. De esa manera transformamos el partido de Convergencia en lo que hoy es un Movimiento Ciudadano, en el que tuve la oportunidad de ser el primer dirigente juvenil y actualmente Coordinador Operativo en Guadalajara, después lo demás es historia.
¿Cuál fue tu primer reto en la administración pública?
Mi primer gran reto fue ahora del lado del Gobierno seguir haciendo lo que más disfruto, construir comunidad y hacer que la participación ciudadana sea el eje de gobierno y de toma de decisiones al interior del municipio de Guadalajara, para que por primera vez se logre la gobernanza en la ciudad y con ello contribuir a tener buenos gobiernos desde la Dirección de Organización Ciudadana.
Disfruto construir
¿Tu peor momento?
Siempre hay situaciones en las que es complicado seguir o se vuelve difícil tomar decisiones importantes, de las cuales uno siempre aprende. Para mí la situación más complicada sin duda fue la salida de Ismael Del Toro, un personaje querido, una buena persona y experimentado político, siempre conciliador y pieza angular en el Alfarismo, generador de buenas alianzas al interior de nuestro proyecto y quien me dio grandes lecciones en lo personal para mi crecimiento político.
¿Qué te dejó tu paso como Presidente Municipal interino de Guadalajara?
Me dejó un profundo amor y respeto por mi ciudad y su gente en la cual deseo vivir toda la vida y hacer lo que me toque en donde estemos para construir la Guadalajara que todas y todos queremos.
Aprendí de su riqueza cultural, su historia, las bondades de sus tradiciones y refrendé mi enorme orgullo de ser tapatío; además me dio claridad de las necesidades y problemáticas que existen en la ciudad, motivándome en seguir trabajando para resolverlas.
La división interna sólo beneficia a la 4T; ¿está en riesgo MC como partido en el poder para 2024?
Estoy seguro de que el liderazgo de Enrique Alfaro, Dante Delgado, Clemente Castañeda, Pablo Lemus y muchos liderazgos de este movimiento sabremos transitar en la unidad para mantener buenos Gobiernos en Jalisco y por supuesto por cuarta ocasión en la ciudad de Guadalajara.
¿Has tomado decisiones propias o te marcan agenda?
Siempre he tomado decisiones en razón de mis principios, en lo que creo y soy. Sin embargo, también reconozco que hay una visión institucional de proyecto y de gobierno que nos permite avanzar en la toma de decisiones siempre de lado y en favor de las personas.
¿Qué sigue para Eduardo Martínez Lomelí?
Seguir trabajando por Guadalajara para que nuestra bella Perla Tapatía sea el mejor espacio para vivir, convivir, trabajar; que sea un destino obligado para turistas y para toda la gente que nos visita nacional e internacional. Y por supuesto, sin una obsesión personal, amaría tener el honor nuevamente de presidirla.