Pensando en Voz Alta con | Abel Juárez Canales, bolero tapatío

En agosto pasado Abel Juárez Canales cumplió 41 años dedicado al oficio limpiar y lustrar el calzado en la Plaza de la Liberación

Isaura López | El Occidental

  · lunes 12 de septiembre de 2022

Abel Juárez Canales le ha lustrado sus zapatos a magistrados, jueces, secretarios, gobernadores, presidentes municipales, diputados, de poco un poco, incluyendo artistas como Don Francisco. Foto: Francisco Rodríguez | El Occidental

La historia del Centro de Guadalajara puede ser narrada por una voz; el ir y venir de cientos de miles de personas a diario en una de las principales plazas durante 13 horas del día es una rutina diaria que conoce Abel, el bolero de la Plaza de la Liberación.

Él nació en el Distrito Federal de México, año en que se evitó que los obreros textiles se fueran a huelga en 1944, cuando el expresidente Manuel Ávila Camacho incrementó 12% el salario a los trabajadores, sin embargo, cuatro décadas después, la crisis económica ocasiona que la empresa en donde trabajaba se declaró en quiebra.

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Abel es tatarabuelo, en agosto pasado cumplió 41 años dedicado al oficio limpiar y lustrar el calzado en la Plaza de la Liberación. La plática parte de su historia personal como del gran escenario de la liberación.

¿Antes de ser bolero a qué se dedicaba?

“Yo fui almacenista, hubo una fuerte devaluación en el 79-80, la empresa donde yo trabajaba se declaró en quiebra, se llamaba Manufacturera general de papeles, ahí trabajé desde México, y aquí (en Guadalajara) pusieron una sucursal y aquí trabajé también. Cuando vino la devaluación se declararon en quiebra y se acabó la empresa.

Antes de ser bolero, busque trabajo, pero como era jefe de almacén ganaba 300 pesos diarios y en cualquier otro lado me pagaban 120, yo a mi esposa la acostumbre a darle 150 pesos diarios de gastos; me fui a vender ropa infantil en tianguis, pero los tiangueros me echaron política se me acabó el negocio. Tenía un vecino que era bolero y me invitó a trabajar, me dijo que iba a ganar lo que ganaba en la empresa donde trabajaba, y desde entonces estoy aquí”.

Abel tiene 77 años. El 28 de diciembre festejará su cumpleaños con su esposa, sus tres hijos: una mujer y dos hombres y con su descendencia: 12 nietos, 16 bisnietos y un tataranieto.

¿A qué se dedican sus hijos?

“Ellos estudiaron una carrera ajena a la que yo quería que estudiaran, hasta eso me salieron buenos mis hijos, tienen su trabajo les va bien gracias a Dios, y me apoyan muy bien económicamente cuando estoy en situaciones como ahora que estuvo la pandemia, que no hubo trabajo casi tres meses.

Son músicos. Uno quería que fuera ingeniero en electrónica, pero no le gusto y estudió música en la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara, los dos hombres se dedican a la música, y la mujer estudió hasta la prepa y se casó.

A mi me interesaba que estudiaran una carrera los hombres, porque las mujeres estudian su carrera de más, se casan y nunca la ejercen y me consta”.

Abel es el bolero de antaño, su historia se une a los cambios que ha tenido la Plaza de la Liberación desde las últimas dos décadas del siglo XX.

¿Qué momentos importantes recuerda de la Plaza de la Liberación?

“Cuando yo entre la plaza no era Plaza de la Liberación, era la Plaza de los Tres Poderes, bueno antes era la Plaza de la Dos Copas, conocida así por sus fuentes, nos quitaron tanto para hacer el estacionamiento, y ya cuando regresamos ya la plaza era de los Tres Poderes, le cambiaron el nombre. Entonces, alguien hizo una manifestación fuerte para que le pusieran el nombre de la Liberación otra vez”.

¿Desde entonces ya estaba la estatua del padre de la patria Miguel Hidalgo y Costilla?

“No, cuando cambiaron otra vez el nombre de la plaza a Plaza de la Liberación tuvieron que poner otro Hidalgo y el asta de la bandera porque ya no la tenía, ahí fue un cambio, además del estacionamiento.

Cuando yo llegue si estaba la estatua de Hidalgo, pero la quitaron para hacer el estacionamiento y le pusieron la Plaza de los Tres Poderes, porque aquí están los poderes -señala con su vista a cada uno, mientras bolea unos zapatos de tono café- el Poder Legislativo, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial con la manifestación que le digo volvió al nombre de la Plaza de la Liberación.

Después, quitaron las banquetas, hicieron todo plano, ya no tiene banquetas. Antes aquí parecía una laguna, cuando llovía no se veía el piso, porque se juntaba mucha agua, pero no tardaba mucho porque había buenos drenajes. Ahorita llueve y ya no se inunda”.

¿Recuerda dónde colocaron la primera estatua de Don Miguel Hidalgo y Costilla?

“Hay una plaza creo que también hay una Plaza de Liberación, ahí afuera esta el Hidalgo el original, el que estaba aquí, la original pesa 20 toneladas y este no más pesa dos toneladas, lo cual indica que lo quitaron porque era mucho peso, abajo pasa el paso a desnivel, además por el estacionamiento”.

¿Qué otro acontecimiento recuerda?

“Ha habido muchas manifestaciones fuertes y pleitos entre los manifestantes y la policía, incluso hace poquito quemaron una patrulla ahí, andaban quemando a un policía; en el tiempo que yo tengo si ha cambiado bastante, si hay novedades nuevas aquí en la Plaza”.

¿Cuál es su horario independiente aquí en la Plaza de la Liberación?

“Yo antes trabajaba de siete a siete cuando empezaron a poner la bandera con todos sus honores los saldado, yo llegaba aquí a las 6:30 y trabajaba hasta las siete de la noche, pero pasa el tiempo quitaron la bandera, ya no la ponen, entonces volví a agarrar mi horario de como de la mañana a siete de la noche.

Pero, como trabajé muchos años ese horario, mi esposa desafortunadamente se enfermó, por lo que tuve que recortar el horario, ahora hay que estar al pendiente de la señora, yo trabajo de ocho de la mañana a cuatro de la tarde”.

Por las manos del bolero Abel han pasado cientos de miles de zapatos de personas de la política, gobernadores, activistas, artistas, de la cultura.

¿Qué personas recuerda haber lustrado los zapatos?

“No es presunción, pero llevo magistrados, jueces, secretarios, gobernadores, presidentes municipales, diputados, de poco un poco, incluyendo artistas como Don Francisco de sábado Gigante, a Rafael Inclán en paz descanse, a dos Ramón, a varios a Pedro Ferriz, al tirantitos, y de gobernadores desde Enrique Álvarez del Castillo hasta donde llegó el caballo que ya no fue gobernador Eugenio Ruiz Orozco.

Y, últimamente en paz descanse Jorge Aristóteles Sandoval, desde que fue diputado, presidente municipal y Gobernador.

Luego de los cambios en la Plaza de Liberación y bolear la calzada de personajes de la política se vino un gran cambio para ellos, modificar sus instrumentos de trabajo, abandonar el tradicional cajón o carrito.

¿Ustedes los boleros que cambios han tenido?

“Nos modificaron los carritos, teníamos una empresa que nos daba publicidad en las lonas, esos se pusieron de acuerdo con el Gobierno de Guadalajara para darnos los carritos que tenemos ahora, no lo dieron en calidad de comodato por 20 años, no son de nosotros. Claro ojalá que le dure yo para que me lo quiten cuando se cumplan (suelta una risa). Estos cambios se hicieron en la administración de Ismael del Toro, el ex alcalde” .

¿Les redujeron el pago de la licencia y derecho de piso?

“No, nos querían cobrar mucho y nos amparamos, yo creo que nos querían cobrar mucho para que nos fuéramos, pensaron que no íbamos a ir, pero nos amparamos y estamos amparamos todavía hasta que lleguemos a un acuerdo de cuanto va hacer de la licencia.

Ismael del Todo siempre fue amable con nosotros, incluso nos dijo luego nos ponemos de acuerdo, el problema fue con este cuate -se refirió al ahora Gobernador Enrique Alfaro Ramírez-, recuerda cuando dijo que iba a limpiar la plaza de comerciantes y ahí estábamos incluidos nosotros, pero nosotros no nos dejamos”.

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Don Abel es el más longevo de los boleros ubicados en las tres plazas, no solo se distingue por su amabilidad y sonrisa que a diario tiene con sus clientes, sino que también por sus dotes políticos, sindicales, mismos que aún mantiene para seguir amparados ante un posible desalojo de uno de los oficios que se resiste a desaparecer, el bolero.

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