Al ser un poemario sólido, profundo y con sus múltiples significados de la palabra por su obra llamada “tal vez el crecimiento de un jardín sea la única ocasión que los muertos pueden hablarnos”, poeta yucateco Marco Antonio Rodríguez Murillo recibió el Premio Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco que se otorga dentro de la Feria Internacional del Libro (FIL).
El galardonado agradeció la distinción de este premio y explicó cómo opera su obra.
Dijo que no hay día que no se haga preguntas que quizás no tendrán respuestas pero que lo enriquecen, “por qué estamos aquí, existimos detrás del paladar de la muerte, para mí todas esas preguntas se resumen en una sola, para qué la poesía, hay quienes creen que la poesía es el climax del lenguaje, su punto más álgido, puesto en funcionamiento mucho después de la incendio ñ de las palabras”.
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Agregó que él no lo piensa así porque la poesía nos ha acompañado desde hace cientos de años y fue la primera manera de hacer ciencia, de conocer lo que nos rodeaba.
Mencionó que “en las paredes de esta cueva pinto al venado para adueñarme de su carne, para que su fuerza y ligereza sean mías y me vuelva el primero entre los cazadores de la tribu, en este santuario divinizo las fuerzas que no comprendo, invento a Dios, eran días en los que los peces, el agua eran nuevos para el lenguaje, bastaba decir la palabra tierra para que la tierra revelara su superficialidad y su interioridad”.
Dijo que la poesía es otra forma para que junto con la ciencia se pueda conocer la naturaleza y recuerda que las cosas son algo más que superficie y basta con observar y comprobar.
El galardonado dijo que no trata de denostar a la ciencia no de poner a la poesía como la máxima expresión del ser humano sino que le interesaba mostrar que esas dos formas de conocimiento hay una unidad que no se debe de perder de vista. Ambas comparten elementos en concreto.
Eduardo Santana Castellón, director del Museo de Ciencias Ambientales recordó cómo se instauró este premio dentro de las actividades de la FIL para honrar la memoria del escritor José Emilio Pacheco quien falleció hace seis años.
“Este premio fomenta la creación de un nuevo espacio de encuentro entre la literatura, la naturaleza y la ciencia, por eso el premio incentiva el uso de la literatura para apreciar emocionalmente la naturaleza, el conocimiento científico y la dependencia urbana de la naturaleza”, y a cinco años ya se ha consolidado y a la fecha lleva más de 500 obras inscritas, en promedio por año se reciben 128 obras de más de seis países.