De cara a la nueva normalidad que se vive debido a la pandemia por Covid-19, tapatíos se adaptan, a la situación, en los panteones de la ciudad, a pesar de las complicaciones o molestias que eso genera.
Chécalo:
Cerrados totalmente al público, a fin de evitar aglomeración de personas y así la propagación del coronavirus, para aquellos quienes por desgracia viven la pérdida de un familiar, de manera reciente, deben acatar las medidas preventivas que en los cementerios municipales autoridades impusieron.
Además de las medidas básicas de higiene, como el uso del cubrebocas, gel antibacterial y respetar la sana distancia, a los cementerios no pueden ingresar más de 10 personas por féretro, lo que obliga a muchas familias a adaptarse para no generar aglomeración.
En el caso del Panteón Guadalajara, y a pesar de la lluvia que azotó la ciudad este miércoles, el desazón y la tristeza se vieron más acentuados entre familias apiladas a la entrada, resguardados del agua, a la espera de poder ingresar y darle el último adiós a un ser querido.
Los músicos se quedaron con las ganas de amenizar el ambiente, y eventualmente solo unos pocos se quedaron para despedirse de algún familiar.
Pese a las circunstancias, no faltaron los contados que no respetaron cabalmente el uso del cubrebocas y la sana distancia, así como aquellos quienes sin importar la lluvia caminaron detrás de las carrozas.
Un ambiente similar, aunque más solitario, se vivió en el Panteón de Mezquitán, pues con puertas cerradas, se recibió a un difunto cuyo cortejo fúnebre ni siquiera alcanzó los diez integrantes.
En este caso, y para los que llegaron tarde, tuvieron que esperar a alguien de administración para que les autorizaran la entrada.
En tanto persista la situación actual por la contingencia sanitaria, los únicos servicios que se ofrecen en estos lugares son los de inhumación y cremación, por lo que la recomendación al público en general de no acudir a estos espacios está plasmada en señaléticas a los ingresos de los panteones.