Las personas de la tercera edad que viven solas, un grupo vulnerable que es olvidado durante el botón de emergencia, tienen que hacer largas filas para pagar en recaudadoras, pero en tiendas de autoservicio no se les permite el ingreso.
No hay nadie hasta ahora que les ayude, los ciudadanos se organizan para ayudar a sus vecinos, pero solo en algunas colonias.
Martha es una maestra jubilada, tiene 73 años de edad y su única hija la perdió hace 8 años.
“Mi hija Tere murió a los 38 años, fue de cáncer, y me quedé sola; poco a poco mis amigas, mis vecinas, se han ido”, detalla.
Quiere dar pocos datos, desconfía de todos, pero pone en evidencia un tema que es ya generalizado, constantes quejas llegan a la redacción, al cumplirse la primera semana de medidas restrictivas, sobre las reacias reglas aplicadas en las tiendas de autoservicio donde muchas de estas personas acostumbran acudir a comprar su despensa.
La maestra Martha procura una tienda cercana a Chapalita y asegura que no la han dejado ingresar, “en donde vivía una de mis amigas, ya hicieron un edificio de departamentos y mi amiga Bertita, se la llevaron a un asilo, su casa está en venta”, explica cuando la cuestionan en lugar de que nadie la ayude.
Don Francisco N. asegura que tiene hijos en Estados Unidos y allá hasta les han puesto horario “para que podamos ir seguros, abren la tienda de 8 a 10 de la mañana solo para gente como nosotros, me han platicado”. Y sí, efectivamente, es una medida a aplicarse en el vecino país del norte y en algunas ciudades de Europa.
Los encargados de algunas tiendas que restringen el acceso aseguran que fue parte del acuerdo y que no pueden ingresar personas de la tercera edad ni niños o personas con alguna discapacidad.
Pero en cambio, ellos son cumplidos en el pago de sus impuestos. En su momento y como cada año, a principios del año, en el primer día hábil y a la primera hora, ellos ya acudieron a pagar el predial y el refrendo vehicular.
En el SIAPA, aseguran, hicieron “campaña” desde el otro año y no les exigieron demostrar “la supervivencia” para otorgarles el descuento de la tercera edad o para pensionados o jubilados.
La tecnología para ellos y para quienes se encuentran en similares condiciones, no son un factor de oportunidad y de disminuir riesgos, por el contrario, se convierte en un obstáculo difícil de superar. Muchos tienen teléfono celular, pero no un smartphone y pedir por teléfono o a través de una aplicación, es más que imposible.
Cualquier esquema planteado los ha olvidado y activistas han salido adelante, organizándose, por ejemplo, en la zona de Chapultepec y hacia Chapalita, para ayudarles, ofreciéndose a hacerles los mandados, pagar por ellos algunos servicios o traerles lo que pidan de algunas de estas tiendas donde no les permiten ingresar.
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