Cuando creía haberse ahorrado un gasto importante en la compra de un espacio en un camposanto, resulta que la última morada en una cremación puede ser más costosa. Un nicho puede ser rentado por seis meses en mil 376 pesos o si lo quiere comprar hasta pagar 36 mil pesos en cómodas mensualidades en un panteón privado.
Algunos templos lo han considerado puesto que muchas personas deciden estar cerca de su casa y además de un pago que va de los 11 a 21 mil pesos, por cada nicho y pagar una cuota de mantenimiento. Pero en los templos poco a poco se agotan. Los nichos tienen una capacidad de dos a cinco urnas y en el caso de familias grandes hay que comprar dos o hasta tres. Unos son gabinetes de madera incrustados en una pared y otros simulan cajas de cristal con cajas de madera con la fotografía del familiar que está ahí.
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El Ayuntamiento de Guadalajara ofrece por mil 376 pesos la ocupación de un nicho en el panteón de Mezquitán seis meses. En tanto las empresas funerarias han adquirido terrenos en panteones privados y han construido edificios con urnas de cristal para colocar ahí los nichos.
El mausoleo que se erige en el parque Funeral Colonias le ofrecen por más o menos unos 36 mil pesos. Una próxima opción parece ser la sepultura verde en grandes extensiones donde no hay barreras de concreto y los árboles marcan las posiciones. Un ataúd biodegradable con costo de siete a nueve mil pesos.
"Mientras no vea el cuerpo de mi hijo, él vive", señala madre de familia
Raquel Trinidad Escobedo es madre de Alejandro Trinidad Escobedo quien desapareció el 11 de mayo de 2013, es decir hace 10 años en la delegación de El Salvador, en el municipio de Tequila, luego de asistir al velorio de uno de sus amigos. Desde esa fecha ella no ha parado de buscarlo. La celebración del Día de Muertos la realiza únicamente por sus padres y su hermano que ya fallecieron.
"Para nosotros son fechas muy difíciles de entender, de asimilar, pues en pocas palabras de todo. Son sentimientos encontrados el no aceptar que ya nuestros hijos no están con nosotros, que no sabemos qué pasó. No podemos asegurar que nuestros hijos ya no están con nosotros porque vamos constantemente a Semefo".
Para Raquel no hay motivo para dedicarle un altar de muertos a su hijo porque prácticamente no tiene ningún indicio que indique su fallecimiento. Además de que sería un gran impacto para sus nietos ya que aún esperan su regreso, incluso el más pequeño de 11 años con su dinero compra las veladoras y pide porque pronto vuelva su papá y lo abrace, como cuando era un bebé.
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"El Día de Muertos no le hago altares ni nada porque en realidad no sé si mi hijo vive o muere, si está muerto. Entonces para mi el hecho de hacer un altar sería como ya decir 'mi hijo ya falleció'. Mientras no tenga el cuerpo para mi, mi hijo vive. El hecho de hacerle un altar es como decir mi hijo está muerto, entonces para mí, en lo personal, me es muy difícil hacerlo".