Ni el calor ni el frío me haría renunciar a buscar una mejor oportunidad de vida para mí familia. Cuando dejé mi país sabía que sería difícil pero nunca me imaginé que tanto; he dormido en la calle, he pasado hambre, me han golpeado, pero sigo firme en llegar al otro lado para ayudar a mi familia que se quedó en El Salvador”, apuntó Nelson Portillo, migrante salvadoreño que busca mejorar su vida.
La situación que vive Nelson Portillo no es muy diferente a la que pasan las miles de personas en tránsito que intentan llegar a los Estados Unidos en busca del “sueño americano” o algún país donde puedan mejorar su condición de vida. El paso del tren de carga también conocido como “bestia” que atraviesa México pasando por Chiapas, en la ruta Occidental 1 por Coatzacoalcos, Veracruz; Ixtepec, Oaxaca; así como Tehuacán, Puebla.
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También pasa por Ecatepec, Estado de México, así como en Guadalajara, Jalisco; este último pertenece al Área Metropolitana donde los municipios pese a contar con una gran cantidad de personas en tránsito en sus calles o albergues no cuentan con algún censo oficial según demuestra el Resumen Ejecutivo de Estudio Sobre los Procesos Migratorios en el Área Metropolitana de Guadalajara desarrollado por un grupo de investigadores y por el IMEPLAN en el 2022.
A decir del estudio, Jalisco es la cuarta entidad de México con mayor población extranjera con 91 mil 987 instalados en diferentes municipios, pero de las personas en tránsito no se tiene un censo por falta de recursos, personal y voluntad para erradicar o apoyar a este sector.
Los factores para que las personas migren son indistintos; la pobreza, mejores oportunidades de empleo, violaciones de Derechos Humanos, la salud, violencia, reencuentro con familiares, entre otros, pero el que más impulsa a salir de sus países es la oferta laboral ya que según la Organización Internacional del Trabajo de la ONU en 2019 cerca de 169 millones de personas en todo el mundo migraron con el fin de ser empleados.
Adaniel Marccus busca asilo por primera vez en El Refugio Casa del Migrante, en el Cerro del Cuatro de Tlaquepaque.
Viene de Guatemala y su objetivo es llegar a Oakland, California, para encontrarse con su familia que ya tiene 6 meses allá; ha viajado por un mes y no la ha visto fácil pues salió con 100 dólares que perdió, una mochila con dos cambios y una botella de agua. Antes de llegar al refugio se instaló en Pueblo Quieto, pero salió huyendo por la violencia y drogadicción en el lugar.
“Ya en mi país no hay nada, no hay trabajo, no hay oportunidades, lo único que tenemos es crimen y violencia. Mi familia y yo entendimos que teníamos solo dos opciones, salir de ahí aunque quedemos en el camino o quedarnos y morir en las calles; gracias a Dios ellos ya están allá, trabajamos mucho tiempo para pagarle al “pollero”. ¿Cuánto cobra un ‘pollero” por cruzar?, diez mil dólares” apuntó Adaniel.
Según las personas en situación de tránsito entrevistados por El Occidental las condiciones de calor o frío que se viven en Jalisco no se equiparan a la frustración de vivir en un lugar donde los recursos se han agotado, donde prácticamente trabajan para medio sobrevivir o se tienen que dedicar a realizar actos lícitos, por ello buscan a toda costa llegar a una ciudad donde sus condiciones sean diferentes y cuenten con oportunidades.
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En ese contexto el profesor del Departamento de Comunicación y Psicología de Cuciénega, Diego Ramos Rojas afirma que las personas en tránsito conocen los riesgos a los que se someterán en su viaje pero que la ilusión formada de mejorar su calidad de vida la hace correr el riesgo.
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“Las mujeres se preparan psicológicamente y con anticonceptivos porque saben que pueden ser violadas; los hombres son extorsionados o sometidos por el crimen organizado; estos son algunos de los riesgos que corren cuando deciden adentrarse en el viaje pero lo hacen porque buscan cambiar su calidad de vida”, señaló Diego Ramos Rojas, profesor de Comunicación y Psicología de Cuciénega.