Cada que cae una tormenta en Guadalajara, los comerciantes de comida del Mercado San Juan de Dios, siente temor de que les genere más daños o provoque accidentes entre sus clientes.
Salvador Sainz, quien vende tortas ahogadas, dijo que la lluvia de ayer en la noche les dejó algunos desperfectos en las lonas y toldos colocados por el Gobierno municipal tapatío tras el incendio que consumido una gran número de puestos y para que ellos no dejaran de atender a sus clientes.
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Mientras nos platicaba, algunos fragmentos de las lonas y estructuras que tuvieron daños por el peso del agua acumulada, trabajadores del Ayuntamiento daban mantenimiento y hacían los cambios necesarios para reducirles riesgos, pero Salvador dijo que es parte del juego.
“Claro que nos afecta la lluvia, pero es parte del proceso, no tenemos luz, no tenemos agua, hacemos las cosas más fácil pero nos las ingénialos para tener todo en perfecto estado” y así seguirán por lo menos unos dos meses más, en lo que acaba la temporada.
Lo mismo indican los demás comerciantes, quienes no dejan de ofrecer tacos, tortas, aguas, pozole, menudo, fruta, antojitos de todos los sabores, colores y tamaños, como las tortas gigantes de pierna y lomo que con solo ver el caso medio kilo que se lleva uno al paladar, se llena con la vista.
Toda esta actividad transcurre de forma paralela a los trabajos de remodelación de los locales siniestrados, ya la mayoría han sido entregados a sus propietarios pero todos los de la comida aún están en proceso de construcción y aislados por una malla metálica, cubierta de plástico para el polvo no vuele hacia los alimentos, con el menor ruido posible y a marchas forzadas para que pronto la zona esté llena de vida de nuevo.
Así, una a una, las carpas se llenan de clientes que llegan a sentarse en las sillas dispuestas por los negocios para depurarse ya sea en el desayuno, la comida o ya casi al concluir la tarde llevarse algo a la boca mientras comienzan a levantar los puestos y a limpiar los utensilios de cocina.
Uno de los atractivos en este momento es sentir la brisa que recorre la zona y combina los olores de la comida, despertando el apetito y las ganas de probar esas deliciosas gastronómicas que solo México y Jalisco tienen en todas sus variantes.