Desde las primeras horas de la madrugada, peregrinos de La Luz del Mundo de distintas partes de la República, empezaron a llegar
a las diferentes sedes religiosas para participar en los festejos de la Santa Convocación, la semana más importante de la congregación.
Los fieles fueron recibidos en albergues y en casas de hermanos.
Pese a que el Periférico Oriente lució abarrotado de camiones foráneos, no había ninguna autoridad de movilidad en el lugar.
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