A mano y machete, jornaleros enfrentan la cosecha más dulce durante los primeros seis meses del año. A solo 49 kilómetros de la zona Metropolitana realizan el corte de la caña, parte esencial de la industria azucarera.
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Cada mañana muy temprano los hombres se ponen de pie con los primeros rayos de luz y salen a los campos de Tala, el machete o mocha” choca repetidamente contra el manojo de cañas, los experimentados cortan de un solo tajo y los novatos tienen que asestar dos o más golpes.
Las huellas de la batalla de casi 12 horas diarias, que terminan con el traslado de lo que cortaron al ingenio, son las mismas para ambos. Al final las cañas parecieran defenderse, cortan e hinchan las manos de los hombres, obligándolos a recurrir a remedios caseros, como ponerse cebo durante las noches, para regresar al día siguiente otra vez a la zafra.