La fatiga y el dolor son algunos de los síntomas que sufre una persona con artritis reumatoide

La calidad de vida del paciente con AR debe ser tomada en cuenta y priorizarse al momento de elegir el tratamiento más adecuado

Isaura López | El Occidental

  · domingo 24 de octubre de 2021

La rigidez matutina, es la señal inicial más frecuente, sobre todo en las articulaciones de manos y pies. Foto: Cortesía | Gobierno de México

La fatiga y el dolor son otros de los síntomas que sufre una persona con Artritis Reumatoide (AR), la mayoría tienen dificultades para dormir, al menos una noche a la semana, mientras el dolor es uno de los factores principales que incapacita a nivel físico y psicológico.

La Fundación Mexicana para Enfermos Reumáticos, A.C. (FUMERAC), busca crear conciencia en la población mexicana sobre esta enfermedad inflamatoria de tipo crónico, que afecta a más de dos millones de pacientes en México, principalmente a mujeres entre los 25 y 55 años.


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El presidente de FUMERAC, Hiram Reyes Cordero, señaló que estos padecimientos, tienen un elevado impacto en la esfera psicosocial, por ello, dijo es importante informar y promover el acceso a tratamientos que lleven al control de los síntomas.

Destacó que cuatro de cada diez personas que desarrollan artritis reumatoide experimentan signos y síntomas que no involucran a las articulaciones. Por ejemplo, se ha registrado que 38% de los pacientes con discapacidad funcional, a causa de la AR, presentan depresión de moderada a grave.

La rigidez matutina, dijo es la señal inicial más frecuente, sobre todo en las articulaciones de manos y pies, manifestándose con una notable dificultad de movimiento que, además, va acompañada de cansancio, fiebre, pérdida del apetito y debilidad muscular, lo que impide la realización de actividades cotidianas de manera satisfactoria.

Por su parte, la especialista en medicina interna y reumatología, Diana Elsa Flores, detalló que esta enfermedad reumatológica “no tiene cura”.

“El objetivo terapéutico ideal debe ser la remisión, la cual incluye el alivio del dolor y la inflamación, la prevención del daño estructural y, si es posible, la restauración de la capacidad funcional. Para poder cumplir con dicha meta, se requiere de mantener el apego al tratamiento y un constante diálogo entre médico - paciente, pues de esta manera es posible identificar las áreas de mejora, hacer ajustes y establecer un abordaje personalizado”.

La especialista agregó que la calidad de vida del paciente con AR debe ser tomada en cuenta y priorizarse al momento de elegir el tratamiento más adecuado, ya que además de los signos físicos, es importante el estado emocional y psicológico.