El Instituto de Información Estadística y Geográfica (IIEG) de Jalisco presentó los resultados del Módulo de Ciberacoso (MOCIBA) en Jalisco del 2022, que muestra la prevalencia y características del tema en la población de 12 años y más que utiliza internet.
La mayoría de los usuarios(as) eran jóvenes de 20 a 29 años con el 23.0%, seguido de las personas adultas de 30 a 39 años con el 20.4%.
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La población de 12 años y más usaba internet en promedio 4.3 horas al día. Las y los jóvenes de 20 a 29 años tenían el mayor promedio de uso, con 5.6 horas diarias. El 72.0% de las y los usuarios utilizaba medidas de seguridad para proteger sus equipos o cuentas de internet, siendo más común entre hombres (75.0%) que entre mujeres (69.4%).
En los 12 meses anteriores al levantamiento del MOCIBA, el 16.9% de la población de 12 años y más que usaba internet o celulares inteligentes experimentó ciberacoso.
Esto afectó más a mujeres (19.8%) que a hombres (13.5%). Los jóvenes de 20 a 29 años fueron el grupo más afectado (24.5%). Los mensajes ofensivos (36.8%) y recibir contenido sexual (34.7%) fueron las situaciones de ciberacoso más comunes, seguidas por insinuaciones o propuestas sexuales (28.9%).
En la mayoría de los casos las y los acosadores eran desconocidos (53.6%), mientras que un 28.2% eran conocidos(as). Entre las situaciones experimentadas cuando la persona acosadora era un conocido(a), destacaron las críticas por apariencia o clase social (64.9%) y las provocaciones para reaccionar de forma negativa (57.5%). En cambio, cuando la persona acosadora era un desconocido(a), en el 68.2% de los casos recibieron llamadas ofensivas, el 66.7% recibió contenido sexual y al 65.1% le hicieron insinuaciones o propuestas sexuales. El 71.0% de la población que fue acosada, señaló que la persona acosadora era un hombre y que las situaciones más comunes fueron publicar o vender imágenes o videos de contenido sexual.
Derechos humanos
En otra información, la Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco emitió Recomendación por la discriminación estructural que recibió una adolescente institucionalizada, que derivó en su suicidio.
La joven se encontraba resguardada desde agosto del 2020 en un albergue de los denominados anexos que funcionan bajo el modelo de comunidad terapéutica; se encontraba institucionalizada por el Estado para garantizar los derechos de niñas, niños y adolescentes. En ese lugar la víctima se sentía abandonada y no se le apoyaba para construir un proyecto de vida; tampoco se le promovían redes de apoyo para lograr su restitución a la vida familiar. Como resultado, presentaba constantemente depresión y ansiedad ante lo incierto de su futuro, situación que se agravó ya que fue discriminada por las directivas del lugar debido a su orientación sexual y la castigaban por este motivo y fue expuesta a la humillación y escarnio de las demás compañeras albergadas, ante la pasividad de la institución que tenía su tutela legal.