Jalisco es líder a nivel nacional en el consumo de alcohol, su uso tiene consecuencias adversas en la salud, familiar, en el desarrollo social y laboral, y violencia; un problema enraizado en las familias que cada vez toma más fuerza en la comunidad femenina.
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La primera copa se da en la familia; niñas, niños y adolescentes siguen el mismo patrón de comportamiento de su entorno, incluso se ve normal que a su corta edad comience el consumo, así inició la historia de Maru, Perla, Viky y Rosa.
El primer trago fue por imitación, curiosidad, aceptación, demostrar que se es libre, independiente, desinhibida y rebelde, pero una década o cuatro décadas después los estragos son tormentosos.
Cada una cuenta su historia: después de permanecer en un hospital, vivir y ejercer violencia familiar, prisión, prostitución e incluso quedar inconsciente en algún lugar.
A nivel nacional, la entidad se va posicionando en los primeros lugares con más mujeres consumiendo alcohol de manera excesiva, a diario y consuetudinariamente, un problema que comienza a preocupar por las implicaciones que conlleva en su entorno íntimo y social.
“Yo empiezo a tomar bebidas embriagantes desde la edad de 12 años con toda mi familia, en mi casa todo el mundo lo hacía; el alcohol es algo que nadie ve mal”, narró Maru de 26 años, madre de familia de una niña que nació con problemas de salud debido al exceso de alcohol que consumía durante su embarazo.
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El sabor al alcohol al principio fue desagradable, pero a Maru le gustaba lo que le provocaba: “Te sientes libre, eres espontánea, ya no te tienes que estar cuidando de hablar de cierta manera y eso me empezó a gustarme”, sin embargo, no se dio cuenta cuando cruzo la barrera y a los 17 años ya tenía problemas por su forma de beber.
Con el paso del tiempo se vienen los problemas más fuertes: “Me enfrento primero a una separación con la persona que en su momento fue mi pareja, después me enfrento con un embarazo no deseado, en el proceso de mi embarazo me doy cuenta que a pesar de que quieres, a pesar de que sabes de la condición en la que estás viviendo, no te puedes detener porque el alcohol ya te gano la partida ya eres presa del alcohol”.
En el séptimo mes de gestación comenzó a sentir extrañas sensaciones en su vientre, los médicos detectan una malformación en el bebé: “Me enfrento en un hospital, a doctores, me enfrentó a una enfermedad de mi bebé, no se formaron bien donde ella recibía el alimento venía con una malformación, ellos me hacen responsable por la gravedad, me preguntan si consumía alcohol o sustancias, y fue ahí que me di cuenta que me estaba excediendo”.
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A cinco años del nacimiento de su hija se encuentra bien de salud, tiempo en que Maru no ha vuelto a levantar una copa.
En la población de los 12 a 17 años de edad, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (Encodat) 2016-2017, aumentó el patrón de consumo, siendo más fuerte en las mujeres que en los hombres.
La hermana mayor de Maru le brindó el apoyo para que dejara de beber. Perla tenía tres años sin tener contacto con el alcohol. Ella no volvió a levantar la copa luego de reconocer que vivía violencia de pareja y ejercía violencia hacia su primogénito.
A los 12 años de edad, en una fiesta navideña, en medio de las risas familiares, Perla levantó su primera copa “tome bastante donde no supe de mí, me encerré en un cuarto con todas -primas y amigas- a tomar, nadie me dijo que no lo hiciera”.
A los meses volvió a tomar sin medir las consecuencias: “En mi casa no era prohibido el alcohol, de echo tremenda borracheras llegue a tomar con mi papá, con mis hermanos; navidades, festejar siempre, pero siempre empecé a tomar mucho”.
A los 16 años Perla se casó, su pareja era alcohólico. Las agresiones entre ellos comenzaron a los pocos meses. A pesar de tener un niño, platica que se salía de casa para irse con amigas a beber por días. Doce años después se separó, y narra que el alcohol fue su refugio y compañero.
A pesar de que le detectaron a su hijo déficit de atención no dejo de consumir alcohol: “El niño no se podía controlar lo tenía que tener medicado, se volvió muy agresivo hacia mí; su maestra me dijo que el niño tenía problemas y provenía de mi por mi manera de beber”, ese comentario paso desapercibido, sin embargo, tiempo después su hijo de ocho años llorando le pidió que deje de beber.
La situación no fue fácil, reconoce Perla, tomó entre sus brazos a dos hijos para pedir ayuda: “El primero que se dio cuenta fue mi niño, me dijo, ‘mamá ¿te has dado cuenta que tienes una semana que no tomas, que no me golpeas y que no te sales de la casa?’ para mi si fue un cambio drástico”.
La violencia intrafamiliar, señalan especialistas, es detonada por el consumo de alcohol, un problema social que trae graves estragos a los miembros de la familia.
El doctor Octavio Campollo, director del Centro de Estudios de Alcoholismo y Adicciones del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), mencionó que 20% de las personas abusan del consumo y un porcentaje bajo es dependientes al uso del alcohol.
“Este cambio social y de género en el que se ha observado el aumento en el número de mujeres que toman en exceso yo creo que tiene entre 20 y 25 años que se ha visto este fenómeno”.
Las repercusiones biológicas o en la salud por el consumo, indicó que en las féminas es más grave, teniendo daño en el hígado, algún tipo de cáncer, y en caso de embarazadas: “El alcohol circula por las sangres y va a pasar por el condón umbilical a la sangre del producto, y si la persona lo hace con frecuencia puede producir cambio importantes en el desarrollo y crecimiento del bebé”, llegando a provocar el Síndrome del Feto Alcohólico.
Cuando Vicky tenía 13 años y cursaba el primer grado de secundaria comenzó a ingerir bebidas alcohólicas para sentirse aceptada por sus pares, para cuando estudiaba una profesión de la Cuidad de México el consumo aumentó. A pesar de que había formado una familia y tenía un trabajo, ella no paró: “Eran unas borracheras tremendas, vino el divorcio, vinieron situaciones muy fuertes dentro de mi familia”.
Del alcohol había pasado a otras sustancias, un problema que la llevo a estar privada de su libertad por siete años en un Centro Penitenciario por tráfico de drogas: “Deje a mis hijos muy chiquitos, fue algo muy feo”, durante ese tiempo dejó su adicción, pero cuando salió toco fondo, e incluso intentó cometer suicidio.
“Mi alcoholismo es una enfermedad con la que debo luchar como con un cáncer, una vez adquirido pues buscar una mejor calidad de vida a detectar porqué tomaba, y lo sé, crecí en una familia disfuncional, sin una figura paterna, creí que no me había afectado”.
Mientras que Rosa, de 60 años, inició a consumir alcohol antes de los nueve años de edad, vivía con sus abuelos, cada 12 de diciembre en el festejo de su abuela llevaban barriles de cerveza, ella era la encargada de quitarle la espuma a la cerveza en cada reunión que tenían.
Aunque sus abuelos fallecieron por el consumo del alcohol, ella siguió al grado que tuvo que prostituirse para tener recursos y seguir comprando sus bebidas. Las historias de las cuatro mujeres se escuchan en el Centro Mexicano de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos, AC, Área Jalisco Oriente con sede en Tlaquepaque.
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En este espacio Maru, Perla, Viky y Rosa acuden desde la primera vez que decidieron dejar de beber alcohol por su salud y por su familia. Uno de los encargados del lugar, Rogelio, mencionó que el consumo en este sector a aumentado, sin embargo son pocas las que piden ayuda.
Hace dos décadas, Rogelio recordó que por cada 10 hombres que bebían había una mujer, hoy en día es a la par: “Nuestras puertas están abiertas pueden llegar al grupo, la sesión dura hora y media y regresar a su casa, no tienen que anexarse. Las mujeres que llegan las vemos como un miembro más de la agrupación”.
En México, el 70% de la población ha probado alguna vez en la vida bebidas alcohólicas, por género la relación es por cada mujer hay 1.3 hombres; el problema se ha agudizado en la adolescencia de acuerdo con la Encodat la relación en las mujeres es el 38% y en los hombres 41.7%.
En el consumo diario es más alto en las mujeres que en los varones, el problema se agudiza porque ellas pueden tener intoxicaciones más severas por sus características, una situación que preocupa por los riesgos que pueden presentar en su salud y reproducción.
De acuerdo a datos del Consejo Estatal Contra las Adicciones de Jalisco (CECAJ), las mujeres tardan más tiempo en eliminar el alcohol debido al volumen de masa corporal, teniendo daños de intoxicación inicial en el sistema nervioso. El daño hepático es más fuerte en ellas que en ellos, así como en páncreas, entre otros, factores de riesgo como accidentes viales, violencia, relaciones sexuales no planeadas, embarazo no deseado, infecciones de transmisión sexual e intentos de suicidio.
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La permisividad en la familia ante el consumo de alcohol, ha ocasionado en algunos casos que más mujeres levanten una copa sin medir las consecuencias que trae para su salud y su entorno social, familiar y laboral.
En enero, mes de la recuperación y rehabilitación de usuarios de drogas, diversas organizaciones y la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ), a través del CECAJ, mantiene una campaña bajo el lema “Cree en ti, de las adicciones puedes salir”; con apoyo de instituciones especializadas en el tratamiento de las adicciones se busca hacer conciencia sobre la gravedad de los problemas asociados al uso y abuso de sustancias adictivas.