La invasión a más de diez zonas forestales donde el cemento suplió al pasto y al arbolado ha generado inundaciones en más de 20 avenidas con afectación a unas 30 colonias. El agua que antes era absorbida por el subsuelo en las zonas de amortiguamiento o de recarga cercanas a los bosques de la Primavera, del Nixticuil y del Centinela, entre otros, hoy corre por planchas de cemento en puntos como El Bajío, la zona de Belenes o la avenida López Mateos convirtiendo algunas calles en verdaderos ríos y albercas que nunca antes se habían visto, como ahora ocurre.
Además esto alimenta a los ríos y canales que algún día existieron y hoy rebasan los espacios que les dejó la ciudad, llegan fuertes crecidas y arrastran todo lo que se encuentran a su paso. Cinco personas han muerto y una más es buscada por las autoridades, solo en este temporal.
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No ha llovido más
Los investigadores del Instituto de Astronomía y Meteorología de la Universidad de Guadalajara coinciden en que no ha llovido más. Solo dos tormentas: La del 8 y la del 16 de julio se han considerado como extremas y han rebasado los 75 milímetros. La segunda fue acompañada de fuertes vientos.
El Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan) en su Mapa Único de Inundaciones (MUI) afirma que hay 371 sitios recurrentes de inundación, la Universidad de Guadalajara por su parte señala que son más de 500, pero coinciden en que año con año suman 15 sitios “nuevos” que se suman a la lista, ubicados todos estos en los municipios de Guadalajara, Tlaquepaque, Tlajomulco y Zapopan.
Son unos 140 a los que se les considera “prioridad alta” y estos incluyen, como ya lo hemos mencionado en anteriores reportajes, ocho pasos a desnivel y puntos cercanos a cauces de canales y ríos.
Cemento en vez de bosques
Lo cierto es que constructores coludidos con autoridades le han regateado espacio a los bosques que rodean esta gran ciudad. Sucedió con el bosque de la Primavera donde su zona de amortiguamiento fue vulnerada con las construcciones en la zona del Bajío primero con las villas Panamericanas, luego con fincas y negocios construidos en esa cuneta cerca al bosque, clasificada como zona de recarga.
Le recortaron también al parque Metropolitano e incluso, hoy una de sus principales zonas de recarga que está dentro de un predio utilizado como mini campo de golf es amenazada por la construcción de dos torres de departamentos. Y hay casos más recientes en Zapopan, como la sustitución de terreno natural por asfalto que ha llevado a que el agua de lluvia arrecie en zonas cercanas a las avenidas Juan Gil Preciado y Periférico Norte. En Zapopan recientemente en la tormenta del 8 de julio pasado se formó un verdadero río sobre el asfalto justo en frente de la plaza comercial Terraza Belenes la avenida Juan Pablo II (antes Laureles) con tal fuerza que impidió el avance de vehículos que transitaban en dirección hacia Tesistán y luego los hizo flotar.
Sus tripulantes junto con algunos peatones lograron salvar su vida al subir a los árboles o trepar hacia los carriles centrales que están elevados. La tormenta se centró en las colonias. Jardines de Nuevo México, Arcos de Zapopan, Lomas de Zapopan y San Isidro Ejidal, todas aledañas al bosque del Nixticuil, que antes no se inundaba.
El maestro Josué Daniel Sánchez Tapetillo, especialista en gestión de recursos hídricos, hidráulica e hidrología, egresado de Ingeniería Civil del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingeniería (CUCEI) de la UdeG, confirma que uno de los factores es la urbanización sin control de cotos y edificios en torno al bosque del Nixticuil. Placas de cemento suplantaron a un suelo filtrante que observa toda esa agua y la enviaba a los mantos acuíferos. Hoy en cambio corre por el concreto e inunda todo a su paso.
La pérdida es evidente y de 166 hectáreas, por ejemplo que se tenían en la cuenca alta del Arroyo Hondo hoy se tiene la información que solo el 7.5 por las mismas son compuestas por áreas verdes o forestales.
“Los puntos de inundación forman parte de dos microcuencas una de ellas es la del Arroyo Hondo que nace en La Cima y corre hacia el Oriente (por Lomas de Zapopan y Tabachines) hacia la barranca; la otra es la zona de La Tuzanía y Santa Margarita, que forma parte de la cuenca del Río Atemajac”, informó Sánchez Tapetillo en rueda de prensa en la Universidad de Guadalajara, donde además manifestó que “cuando urbanizamos aumentamos el escurrimiento o coeficiente de escorrentía.
Un suelo forestal o agrícola que no ha sido cubierto por completo con asfalto aporta mucho menos escurrimiento que un suelo que ya está recubierto”, expresó.
Dice un antiguo refrán “Agua que no has de beber, déjala correr”, sin embargo su significado literalmente hoy está en duda.
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