La menstruación ha sido el gran tabú, nadie se atreve a mencionarlo por considerarse una manifestación íntima de la mujer que causa vergüenza, exclusión y estigma social y mucho menos se labora en el sector laboral.
Con las políticas públicas con perspectiva de género se propone a nivel nacional generar un modelo de justicia laboral que proteja y garantice de manera integral a las mujeres el derecho a la salud.
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La iniciativa que en el Congreso de la Unión se propone es expedir una licencia menstrual, establece: incluir entre las obligaciones de los patrones otorgar un permiso con goce de sueldo por dos días al mes a trabajadoras y personas menstruantes diagnosticadas con dismenorrea y prohibir despidos laborales por ser diagnosticada con dolor uterino.
Otros puntos que se destaca en la iniciativa es otorgar un día al año con goce de sueldo para que las mujeres trabajadoras acudan a realizarse estudios de mastografía y papanicolaou, mientras que a los hombres trabajadores, dar medio día de trabajo para realizarse el respectivo examen de próstata.
La propuesta de otorgar una licencia menstrual con goce de sueldo ha resultado polémica en el sector laboral. Las y los patrones analizan los retos que implicaría en lo económico, en productividad y en horas el hecho de que una trabajadora no acuda durante dos días.
Durante 28 días se vive con alteraciones biológicas ligeras, moderadas y fuertes. Las mujeres mantienen un reloj biológico que de repente se retrasa unos días o tienen una menstruación abundante, dolores crónicos, desmayos y mareos que en algunos casos las impide realizar actividades, entre estas de tipo laboral.
“No aguanto los dolores del vientre, me duele tanto que me tumban en la cama todo un día y solo quiero dormir y no hacer nada, pero tengo que ir a la escuela, trabajar y hacer mi rutina por lo general me tomo tres pastillas al día para disminuir los dolores”, expresó Maribel Fernández en su segundo día menstrual o menarca.
En cambio Susana Lepe acababa de concluir una semana del ciclo menstrual: “Fue difícil de repente tengo estrés y sangrado abundante, para ir a trabajar me cargo un paquete de toallas femeninas para evitar cualquier imprevisto, me gustaría en esos días no ir a trabajar o trabajar desde casa”.
Así como Maribel y Susana tienen agotamientos y dolores menstruales fuertes, otras mujeres al tener problemas en ovarios, ocasiona alteraciones en su ciclo menstrual.
Para el investigador del Sistema Nacional de Investigadores (SIN) nivel uno, Ángel Eduardo Ruiz Buenrostro resulta importante analizar esta iniciativa desde la perspectiva de género, aunque contribuye a un bienestar integral laboral de las mujeres, también está el enfoque laboral.
“Es derecho de las trabajadoras que puedan llegar a tener problemas de productividad derivados de una condición de salud, hay que tener siempre en cuenta esta situación y aprovechando la perspectiva de género se debe considerar los pros de tener un a trabajadores en un estado de salud adecuado”.
El hecho de que las mujeres descansen en el hogar en caso de sufrir dolores, calambres, mareos o malestar general se tendría que abordar desde diferentes puntos, por un lado, que no afecte al sector laboral y que las mujeres no se vean discriminadas o incluso que haya un retroceso a las condiciones laborales ganadas por este sector.
“Tendríamos que abordar este tema si verdaderamente es un tema para las trabajadoras mujeres que estén sufriendo este tipo de situaciones cada mes, porque el sector patronal más haya de otorgar este permiso y que sea obligatorio se tiene que abordar desde el ámbito de productividad en cuanto va a afectar esas ausencias reiteradas y cotidianas”.
La iniciativa con perspectiva de género contribuye a reconocer a las mujeres en el mercado laboral a través de otorgar una licencia menstrual.