Todo aquel que decida invertir su dinero en el ámbito local debe saber que los fideicomisos representan una herramienta confiable para proteger las inversiones personales en proyectos inmobiliarios o de cualquier otra índole, por lo que este tipo de contratos de garantía deberían ser un requisito en todo negocio, advierten los especialistas de la financiera Profile.
Ante casos como el de La Borra del Café o el del despacho AJP, cuyos inversionistas atraviesan hoy por un agravio legal para recuperar su dinero, es recomendable que los ciudadanos exijan que haya de por medio un contrato de garantía cuando deciden tomar parte en un negocio.
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“En todos los negocios hay riesgos, pero hay riesgos con garantía y sin ella. En este caso, el fideicomiso garantiza que las personas puedan recuperar su dinero cuando lo han invertido en algún proyecto que no pudo concretarse, e incluso, si hubiera algún intento de fraude por parte de quienes son destinatarios del financiamiento”, asegura el representante de esta firma, Eduardo De Alba Góngora, quien lamenta que en el contexto local no existe la cultura de formalizar estos acuerdos:
Por ello señaló que es urgente que las autoridades se involucren y den mayor difusión sobre los beneficios legales que otorgan los fideicomisos, pues cada día es más frecuente que las personas estén expuestas a perder su patrimonio cuando intentan que éste genere utilidades.
“Cuando cuentas con un fideicomiso tienes garantía de que el patrimonio no se pierde. Los mismos bienes aportados al fideicomiso están resguardados en propiedad fiduciaria fuera del patrimonio de todos los participantes del negocio, dando oportunidad de que, si el negocio no sale bien o hay incumplimiento de alguno de los contrastes, el fiduciario, saque a la venta extrajudicial el patrimonio y con el producto de la venta se les regrese a los inversionistas su dinero”.
“En México el fideicomiso está muy bien regulado, de hecho, este es uno de los países con mejor regulación en materia de fideicomisos, del mundo. No obstante, hay mucho por hacer y difundir para aplicarse en más negocios. Si bien es cierto que está bien regulado, también lo es que no se usa mucho, ya que se tiene la falsa idea de que es costoso y burocrático. A partir del año 2006- cuando se modificó la Ley- el fiduciario no sólo puede ser un banco, sino también puede serlo una SOFOM, este cambio democratizó las posibilidades de aplicar fideicomisos, pues puede llegar a muchas más personas a costos muy accesibles, explica De Alba Góngora.
Recordó que el fideicomiso es un contrato que permite estructurar negocios en donde confluyen dos o más partes y en el cual participa un tercero de confianza, que, en México, es una Institución financiara. Se le llama fiduciario y es quien funge como administrador de la o las propiedades aportadas al fideicomiso en un esquema totalmente transparente, seguro y con beneficio en costos de implementación.
Por último, puso como ejemplo a los casi 40 inversionistas del desarrollo La Moderna (planeado en sobre un terreno que se ubica en la calle Escorza en el municipio de Guadalajara), quienes entregaron alrededor de 1.3 millones de pesos cada uno a la inmobiliaria que realizaría el proyecto, la cual les haría entrega de un departamento una vez concluidas las obras, pero esto último no ocurrió.
Así, lo que habría sido un pésimo negocio inmobiliario, con pérdida total de la inversión para muchas familias, será solo un mal episodio que hoy tiene un camino de solución más directo que el de la vía judicial gracias a la figura del fideicomiso de garantía a la cual se adhirieron estas personas desde un principio, destacó.