Hipertensión, un factor que puede desencadenar enfermedad renal

Cuatro de cada cinco personas con este padecimiento no reciben un tratamiento adecuado. Deben llevar hábitos de vida saludable y sana

Luis Manuel Espinoza Castillo

  · lunes 20 de mayo de 2024

La hipertensión se presenta cuando la presión de la sangre en nuestros vasos sanguíneos es demasiado alta (de 140/90 mmHg o más). Foto. Cortesía Luis Espinosa

La relación entre la hipertensión y la salud renal es fundamental desde la perspectiva nefrológica. No solo es común que la hipertensión sea una consecuencia de las enfermedades renales, sino que también puede ser un factor desencadenante y agravante de dichas condiciones.

La conmemoración del día de la hipertensión arterial en México y el mundo es el 17 de mayo, esta fecha tiene la finalidad de generar conciencia sobre esta enfermedad y promover las acciones para prevenirla, diagnosticarla y controlarla. En nuestro planeta existen alrededor de mil 280 millones de personas con esta enfermedad. De ellas, 9 de cada 10 no están en tratamiento y 2 de cada 5 no saben que la padecen, según los datos oficiales de la Organización Mundial de la Salud.

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Cada año, la hipertensión acaba con la vida de 7.5 millones de personas en todo el mundo, que corresponde al 13% del total de defunciones totales. Por ello, una de las metas de la OMS, para las enfermedades no transmisibles, como lo es la hipertensión, es reducir la prevalencia de este padecimiento en un 25 por ciento.

Una presión arterial normal es cuando la presión arterial es menor a 120/80 mm Hg la mayoría de las veces. Una presión arterial alta (hipertensión) es cuando uno o ambos números de la presión arterial son de 130/80 mm Hg o mayores la mayoría de las veces.

La hipertensión se presenta cuando la presión de la sangre en nuestros vasos sanguíneos es demasiado alta (de 140/90 mmHg o más). Es un problema frecuente que puede ser grave si no se trata. A veces no causa síntomas y la única forma de detectarla es tomarse la tensión arterial. El incremento de los niveles de sodio provoca retención de agua, aumentando así el volumen de sangre y la presión arterial.

Para detectarla se requiere realizar pruebas de laboratorio: análisis de orina, conteo de células sanguíneas, química sanguínea (potasio, sodio, creatinina, glucosa en ayunas, colesterol total y colesterol de proteína de alta densidad) y un ECG (electrocardiograma).

Por lo general, la presión arterial empieza a aumentar unas horas antes de que una persona se despierte. Sigue aumentando durante el día y llega a su pico máximo al mediodía. La presión arterial suele bajar al final de la tarde y a la noche. La presión arterial suele ser más baja a la noche mientras duermes.

Los hábitos relacionados con el estrés, como comer en exceso, consumir tabaco o beber alcohol, pueden aumentar aún más la presión arterial, ciertas afecciones crónicas. La enfermedad renal, la diabetes y la apnea del sueño son algunas de las enfermedades que pueden llevar a la presión arterial alta.

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La hipertensión, o presión arterial demasiado alta, puede ponerte en riesgo de una enfermedad cardíaca, pérdida de la visión, deficiencia renal y accidente cerebrovascular. La hipotensión, o presión arterial demasiado baja, puede ocasionar efectos secundarios graves, como mareos o desmayos. Cuatro de cada cinco personas con hipertensión arterial no reciben un tratamiento adecuado; con todo, si los países logran ampliar la cobertura, podrían evitarse 76 millones de muertes entre 2024 y 2050. La hipertensión arterial afecta a uno de cada tres adultos en todo el mundo.

La hipertensión es prevenible o puede ser pospuesta a través de un grupo de intervenciones preventivas, entre las que se destacan la disminución del consumo de sal, una dieta rica en frutas y verduras, el ejercicio físico y el mantenimiento de un peso corporal saludable.

También correr de manera moderada o caminar son actividades compatibles con la hipertensión y no solo eso, en la mayoría de ocasiones resulta beneficioso para las personas hipertensas porque es capaz de mejorar sus niveles de tensión arterial, con una clara incidencia en la mejora del sistema cardiovascular. La utilización de las diversas familias de fármacos antihipertensivos propuesta por la OMS y la Sociedad Internacional de Hipertensión1 debe basarse en varios parámetros, tales como el coste, presencia de enfermedades asociadas, efectividad, efectos secundarios, tolerancia o impacto sobre la calidad de vida.

Para optimizar los resultados de tus medicamentos para la presión alta o hipertensión lo mejor es tomarlos justo antes de dormir. Esta es la conclusión de una investigación publicada en el European Heart Journal que añade que seguir este consejo puede "salvar vidas".

La salud de los riñones

El 14 de marzo fue el día de la enfermedad renal, y es importante mencionar que los riñones desempeñan un papel clave para mantener la presión arterial de una persona dentro de los límites saludables, y a su vez, la presión arterial puede afectar la salud de los riñones.

La presión arterial alta puede contraer y estrechar los vasos sanguíneos, lo que eventualmente los daña y debilita por todo el cuerpo, incluso en los riñones. El estrechamiento reduce el flujo sanguíneo. Si los vasos sanguíneos de los riñones están lesionados, es posible que ya no funcionen correctamente.

La enfermedad renal crónica es multifactorial, afecta a 10 por ciento de la población del planeta y sus dos principales detonantes son diabetes mellitus y/o hipertensión arterial; si además hay obesidad, el riesgo es mayor. Para abatir el impacto de este padecimiento, se deben fomentar hábitos de prevención, autocuidado y detección oportuna en la población.

A través de la sensibilización en todos los grupos de edad es necesario conocer la importancia de cuidar la salud de este importante órgano.

Los mecanismos de daño renal

Lesión de los glomérulos: Los glomérulos, que son las unidades filtradoras del riñón, pueden dañarse debido a la presión arterial elevada, afectando la capacidad del riñón para filtrar adecuadamente los desechos. Daño en los vasos sanguíneos renales: La hipertensión prolongada puede causar cambios adversos en los vasos sanguíneos renales, disminuyendo el flujo sanguíneo y contribuyendo a la disfunción renal.

Estímulo de sistemas de regulación: La presión arterial alta puede activar sistemas hormonales, como el sistema renina­angiotensina­aldosterona, que desempeñan un papel en el desarrollo de enfermedades renales. Enfermedades renales asociadas a la hipertensión: Nefropatía hipertensiva: Esta condición específica se produce cuando la hipertensión crónica causa daño directo a los riñones, afectando su estructura y función.

Enfermedad renal crónica (ERC): La hipertensión es un factor de riesgo clave para el desarrollo y la progresión de la enfermedad renal crónica, que puede llevar a la insuficiencia renal. Nefroesclerosis: Caracterizada por el engrosamiento de las arterias renales debido a la hipertensión, lo que compromete la circulación sanguínea renal.