Hasta dónde es válido que las instituciones se brinquen los límites de la legalidad para responder a actos violentos o que buscan provocar miedo a los ciudadanos y que son considerados terroristas, así como la desesperación de hechos reales que vivió, es lo que se plasma en la novela “PUA” del escritor español Lorenzo Silva.
La guerra sucia, la operación encubierta, el terrorismo y las respuestas oficiales a esas agresiones que están más allá de las leyes y es “un libro que parte de hechos reales que se han producido en diversos lugares en el último medio siglo” y que pudieran ser representativos de acciones terroristas en cualquier parte del mundo, en cualquier época, la obra no tiene ubicación geográfica ni fechas específicas.
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Puede ser la realidad de una media docena de países de Europa en donde han habido atentado a terroristas, algunos de ellos le tocaron vivirlo a escasos metros cuando era niño y eso también lo refleja en su obra.
“No me he querido vincular a ninguno de ellos y en particular escribiendo de España en donde ha habido algún episodio que además ha sido muy notorio” como son los atentados de ETA, hasta antes de su desarme y transformación a un ente político.
Lorenzo Silva buscó ir más allá de la narrativa histórica y su intención fue la de crear un thriller, no como una novela histórica sino que el mismo lector estuviera inmerso con las acciones del protagonista de la obra, sentir la presión y la paranoia a la que es sometido como agente encubierto en una guerra sucia.
Es decir pretendía que la narración fuera de thriller y con ello atrapar al lector, por lo que no abundó en cuestiones históricas o geográficas de los hechos, sin episodios concretos, sino que su trabajo está compuesto sobre acciones de funcionarios que deciden “saltarse” la ley para responder a la guerra diluvia y realizar su propia guerra y atajos precisos.
Pero llegar a es situación de brincarse la legalidad, el “Estado queda desacreditado, si se comporta como los delincuentes pierde cualquier tipo de superioridad moral sobre los criminales”, pero eso lo tiene que hacer alguien, mancharse las manos, incluso a nombre de otros.
Por eso su protagonista es uno de esos peones que en dado momento asume que sus acciones son válidas moralmente, que es la única alternativa y a partir de ese momento cruzan la línea y lo que sucede se le queda en su propia historia personal.
Desde su punto de vista definir terrorismo es complicado ya que la “misma acción para un observador es una acción terrorista y para otro puede ser una acción de justicia, reivindicación nacional, o reivindicación de un colectivo reprimido, depende el punto en el que estemos”, indicó el escritor., por eso “es difícil pensar que por una causa justa se pueden realizar acciones injusta y hay un debate de sí lo que hace Israel en Palestina es justo o no, los han atacado, secuestrado ciudadanos y asesinado, pero cuando respondes y hay daños para inocentes y la propia justicia de tu causa queda en entredicho”.