A muchos de los que lean el libro de “Ana en todas partes” inmediatamente retrocederán en el tiempo hasta los años de primaria en donde se da el primer amor o el amor platónico, en donde el romance se daba cara a cara y a través de la literatura señaló Adolfo Córdova.
A partir de las pláticas con su sobrino de 10 años y de su experiencia, el veracruzano narra la historia de Julián, un estudiante de Quinto de primaria de 11 años y que estaba enamorado de Ana, quien cursaba el sexto año y no sabía cómo acercarse a ella, de ahí la idea de hacerle su bujía y cartas.
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“Es una novela del primer amor de un niño que tiene 11 años y se enamora de una niña que 12 años y está distancia que no parece mucha quizá desde una perspectiva más adulta, en la infancia es abismal, una niña de 12 y un niño de 11 es una diferencia importante y cree que nunca le va a hacer caso porque Ana está ya con un pie en la secundaria y en algún momento se vuelven muy amigos y eso también le preocupa”.
Es a partir de esa situación que empieza a escribirle cuentos donde mezcla las historias que viven como amigos y algunas fantasías que se le ocurren en las que incluye dragones, plantas prehistóricas, cámaras de foto, sapos encantados y en esos cuentos le dice directamente que no quiere ser sólo su amigo, es decir algo que nos sucede a todos en la primaria y que puede “ser hermoso pero también tortuoso, puede ser el amor y Julián lo experimenta como un regalo pero también como un sufrimiento”.
Adolfo Córdova explica que su obra, ilustrada por la ecuatoriana conocida como Pepa Ilustradora, intenta “normalizar algo que a veces desde el mundo adulto no se habla, estos primeros impulsos deseos, sentimientos hacia otra persona y Julián está en el umbral entre la infancia y la adolescencia, está a punto de crecer y dar el paso hacia la pubertad y él dice que todavía cree en las hadas pero ya usa desodorante”.
Es por eso que desde su punto de vista se busca abrir una conversación entre padres e hijos sobre que los niños y las niñas se enamoran de otros niños o niñas y sobre todo la forma en la que gestionan sus emociones con sus propios recursos.
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En su obra marca un espacio retro, ya que la novela se publicó originalmente hace 8 años y en la reedición se preguntó si debía actualizarla y poner que los menores se manan mensajes por redes sociales o el uso de la tecnología que no había en su tiempo, pero le ganó el romanticismo de las cartas en papel y las pláticas cara a cara en donde no se podían ocultar los nervios o la emoción detrás de un dispositivo electrónico, la etapa en la cual uno se declaraba en carta o en vivo después de practicar muchas veces.
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Lo que se resalta es el homenaje que se hace al cuento, la escritura, literatura como un puente para acercarse a otra personas y transformar la realidad.