Las autoridades educativas en Jalisco no solo ignoran a los estudiantes trans y sus padres, además les dan la espalda y su lucha por reconocimiento queda en nada cuando se advierte que no hay protocolos, pero además ni siquiera la intención de que éstos existan y se descarta la posibilidad de que algún día instalen baños neutros, entre otras acciones. Todo esto en un escenario hostil considerando que la violencia y discriminación contra personas LGBTQ+ va en aumento y uno de cada tres casos es contra un hombre o mujer trans entre los 12 y 17 años de edad.
Eduardo, alumno trans de secundaria, ha enfrentado ya esas complicaciones, incluyendo la discriminación en su afán de estudiar. Asegura que esas prácticas las cometen desde sus propios compañeros hasta algunos maestros quienes se resisten a respetarlo por lo que es y siente, en su caso sus órganos reproductores son de una mujer y como tal tiene un nombre de mujer con el que se le inscribió al Sistema Educativo de Jalisco, pero desde poco antes de cursar el sexto año de primaria comenzó a definir y manifestar su género masculino. Su filosofía y el consejo que da para todos los que viven violencia es que lo denuncien, lo griten y no se queden callados porque “el silencio es un derecho” y no una obligación para tapar situaciones que se viven de forma cotidiana dentro de todas las escuelas públicas o privadas.
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Entre que si lo daba a conocer a sus padres, sufría de bullying sus compañeros y en el último año la situación se volvió más complicada: “Realmente la violencia la sufrí en el sexto año”. Pasada la pandemia comunicó a sus papás: "Les dije que tenía miedo de decirles que la razón era por ser trans y sabía que en especial mi mamá no está muy de acuerdo con eso por eso tenía miedo de decirle, mi mamá simplemente como ya estábamos lejos de ese entorno y en pandemia creo que realmente no dijo mucho o no hizo mucho”.
Su mamá le apoyó entonces a relacionarse con otros niños sin sentirse inferior, tal como se lo hicieron creer dentro de la primaria. Mi papá por su parte me enseñó box pero aparte me dijo que no me hiciera pequeño, que no tuviera miedo, que si me molestaban era porque yo lo estaba permitiendo”. A partir de esas pláticas con sus padres su visión comenzó a cambiar y no volvió a tener miedo de expresar lo que es y siente, no se volvió a sentir menos y al contrario se expandió y tomó mucha confianza para ir a la escuela.
Desde su punto de vista abordar este tipo de situaciones de vida es de lo más difícil que se ha podido encontrar y “más en las infancias trans por la estima de los adultos que suelen decir que somos muy pequeños para entenderlo, que es una moda. Sé que para nosotros sí es importante decirlo y que te hablen constantemente con el pronombre incorrecto duele”. Es por eso que en su experiencia lo esencial es que se expresen de forma directa, sin dar ningún tipo de explicación a nadie, que se sientan cómodos con ello y a todos los de su entorno simplemente “decirles que prefiero que me llames por este nombre, mis pronombres son masculinos o son femeninos, dependiendo del caso”, porque hay varones que se identifican como femeninas. El papel que juegan los adultos en su desarrollo y que se sientan cómodos es fundamental para estos menores ya que son los propios adultos el ejemplo para que el resto de sus “iguales” les hagan bullying y es de los adultos de los que ha recibido más comentarios “pasivoagresivos y son los que de plano nosotros no podemos defendernos de ellos”, explica nuestro entrevistado.
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Pero una vez que se sienten con confianza y se expresan como son “se siente muy bonito porque entiendes que no es que tú seas diferente, no es que estuvieras mal porque no quieres jugar con carritos y preferías vestirte de rosa o preferías jugar con los niños, en ese momento es clave y la cosa es que la sociedad te puso un género que no es el tuyo y es muy bonito porque te liberas de tantos estigmas de tener que obligarte a ti mismo a encajar en un estándar al que no pertenecías.
En el caso de sus maestros cuando se dirigía a ellos y se identificaba como hombre le hacían comentarios de que estaba equivocado, pero ya en la secundaria en donde lo dijo abiertamente y ser feliz plenamente se encontró con diversas opiniones y “había maestros que sí me decían por mi nombre, pero de forma muy forzada; había maestros que se rehusaban a hacerlo y me metían un millón de excusas y había quienes me apoyaban completamente e intentaron defenderme y si es verdad que la comunidad trans dentro de las escuelas está muy oprimida”. Esta situación que vive de forma cotidiana por ser “diferente” también la viven otros amigos que tiene identificados como no binarios o mujeres trans. "Todos me comentan lo mismo, que los maestros invalidan su identidad, que no existen, les dicen confundidos y citan a sus papás como si fuera algo malo”.
Ni un paso en el tema
El secretario de Educación Jalisco Juan Carlos Flores Miramontes mencionó que por el momento no se cuenta ni siquiera con un protocolo de acción en el que se fijen los lineamientos a seguir por los profesores para atender de la manera adecuada a esta comunidad, de la cual por cierto no tienen ni idea de cuántos estudiantes pueden serlo. Dijo el funcionario estatal que el principal punto es poder trabajar junto con los padres de familia porque “entre más pequeña (de edad) es una persona más necesita del apoyo de sus padres y en el caso del Gobierno del Estado hay un protocolo que se está adecuando con nuevos lineamientos jurídicos, lo hemos trabajado de manera transversal con distintas dependencias del Gobierno del Estado y está en los últimos tramos para poder ser compartido a la comunidad educativa”. Sin embargo, en los casos que ya se tienen identificados lo primero que se hace es involucrar a los padres de familia y junto con ellos “se les brinda atención para que puedan irlo guiando en este proceso que sin duda es complejo”.
Al cuestionarlo sobre cómo deberán de atender esta situación los profesores ya que se han presentado situaciones en donde una niña que se identifica como niño o viceversa, un niño que se identifica como niña y hasta se hacen llamar con nombres correspondientes al género al que dicen pertenecer, aún se les complica un poco y es parte de lo que se analiza en el nuevo protocolo. El borrador tiene “precisamente este nuevo binomio entre familia y escuela para poder abordar la situación el protocolo le va a dar la claridad al maestro que está en función precisamente a la norma, es decir él recibe a un niño con sus documentos y el trato que se le da, cualquier situación que salga de este documento o hecho es iniciada a petición de parte precisamente por la familia y en función de lo que decidan junto con la asesoría que se le brinde se puede tener un nuevo acuerdo con la escuela”.
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No se contemplan baños neutros
Y de los baños neutros que se impulsaron en algunas instalaciones de centros universitarios ni se diga, es un aspecto que no se contempla ni en el corto ni en el mediano plazo por lo que los estudiantes deberán de ingresar al sanitario que corresponda al sexo marcado en su acta de nacimiento y no con el género que se identifique. “Es el sexo que tiene en su origen (marcado en el acta de nacimiento). Si esto es por parte de los padres de familia cuestionado tendría que pasar por un proceso donde ya haya una determinación judicial y no es una cuestión que se esté considerando en Educación”.
Preocupa a autoridades educativas las agresiones
A través de la plataforma Visible, que reporta los incidentes de violencia y discriminación cometidos hacia las personas LGBTQ+ en México, se advierte que en Jalisco en los últimos cuatro años se ha posicionado en los primeros tres lugares a nivel nacional.
Solo es superado por la Ciudad de México y el Estado de México. La violencia y la discriminación es evidente y en los últimos 4 años se han registrado 235 casos, según el número de denuncias. En 2020 fueron 376; 2021 sumaron 76; en 2022 llegamos a 105; y en lo que va del 2023 van 17. Lo preocupante es que han aumentado los casos contra mujeres y hombres y más aún contra aquellas quienes tienen edades entre los 12 y 17 años de edad. En el 2020, por ejemplo, fueron 21 denuncias; en 2021 sumaron 34; en 2022 un total de 49 casos; y en 2023 van siete casos. En total suman 111 denuncias.