El Río Santiago, que nace en Ocotlán y corre por 433 kilómetros hasta terminar en las costas de Nayarit, ya no solo arrastra la contaminación en sus aguas, también propaga bacterias en el aire, entre aerosoles y espuma que provoca, y enferma a quien los respire, haciendo más peligrosa la osadía de vivir en la gran cantidad de viviendas que junto con unas 300 empresas, la autoridad ha permitido que se coloquen en torno a su cauce. Investigadores y científicos exigen la aplicación de una veda en la zona.
En el marco del Día Internacional del Agua, este martes 22 de marzo, nos recuerdan que se trata de uno de los afluentes reconocidos como de los más contaminados del país y del mundo.
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La doctora e investigadora del Centro Universitario de Tonalá de la Universidad de Guadalajara, Aída Guerrero de León, destaca que, a pesar de las promesas de varios gobiernos, incluyendo el actual, la situación empeora en este río que inicia en Ocotlán, Jalisco, y termina en el Estado de Nayarit.
Se concentra la alerta especialmente en el tramo que va del lago de Chapala hasta las barrancas de Oblatos y Huentitán, prácticamente a su paso por la zona Metropolitana, justo donde recibe -lamentablemente- la mayor parte de las cargas contaminantes de unas 300 empresas, pero también las “aguas negras” de la Zona Metropolitana e incluyendo las colonias como la Azucena, el Verde y otras, pertenecientes tanto a El Salto como a Juanacatlán.
“Ahí recibe una carga de contaminantes industriales y aguas residuales urbanas; los contaminantes reportados por la Comisión Estatal del Agua, que está monitoreando distintas estaciones a lo largo de la cuenca, reportan microorganismos patógenos y parásitos que tienen repercusiones graves en la salud pública; así como algunos contaminantes físico-químicos, uno de ellos, el más importante, es la materia orgánica que genera procesos de eutrofización y que al final produce que haya más lirio acuático y que también tiene repercusiones en el propio ecosistema del río”, detalla Aída Guerrero de León.
Siguen descargas de metales pesados
El 3 de abril del 2019 el Gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, anunció una inversión de mil 640 millones de pesos para sanear el río Santiago; pero un año después la Comisión Estatal de Derechos Humanos evidenció que no había grandes avances y hoy se habla de una nueva etapa.
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Sin embargo, a decir de los investigadores el escenario no sólo no ha cambiado, ha empeorado. La doctora Aída Guerrero explica que las descargas de empresas continúan y “se han encontrado metales pesados, especialmente Cadmio y Arsénico, que se han encontrado fuera de norma”.
“La descarga de estos contaminantes, se puede determinar por el tipo de industrias que se encuentran en el corredor industrial paralelo al río, como las dedicadas a producción de fármacos, plaguicidas, nanoplásticos y otras, que actualmente no han sido monitoreadas”, agregó.
Sin embargo, esa contaminación ha salido de las propias aguas del río.
Una contaminación que se respira
La Comisión Estatal del Agua, el laboratorio de Ciencias Ambientales del Centro Universitario de Tonalá, el de Ciencias de la Salud también de la UdeG y otras universidades como la de San Luis Potosí y la UNAM, han concentrado en la zona sus investigaciones, revisaron a detalle los resultados y lo que les llama la atención es la alta presencia de coliformes, bacterias patógenas, las cuáles en un máximo límite permisible son mil unidades formadoras de colonia; sin embargo se han encontrado hasta más de un millón de unidades formadoras de colonia.
“Es gravísima la cantidad de bacterias que se presentan en estas zonas y no es porque la población pueda tomar el agua del río Santiago, sino porque al exponerse en zonas como la cascada del puente y los límites de El Salto-Juanacatlán, en forma de aerosoles o la espuma que vuela en la zona y las personas reciben al transitar por ahí, las bacterias se pegan en esas gotas del vapor de agua y son ingeridas a través de la vía respiratoria, por inhalación directa”, detalla la doctora Aída Guerrero.
Esto se suma a la presencia de ácido sulfhídrico en la zona que también genera problemas respiratorios.
“Estamos hablando de una crisis hídrica por la gran cantidad de bacterias y otros contaminantes en la zona”, expresó la especialista.
Los especialistas han hecho un llamado, junto con organizaciones civiles como Un Salto de Vida y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a que no se otorguen más permisos ni licencias para la instalación de empresas y desarrollos habitacionales entorno a los cauces de los ríos, que además realicen descargas de aguas sin tratamiento, sobre ríos y embalses, poniendo en riesgo al medio ambiente y de paso a la salud humana.