Además de las medidas preventivas que se deben tomar por la emergencia actual de coronavirus, el confinamiento en casa ha traído otro tipo de repercusiones de las que pocos hablan para muchas familias.
Un claro ejemplo es el de Alejandra Pérez cuyo hijo, Lucio y quien padece retraso global del desarrollo, no ha podido ir a terapia por el cese de actividades.
En entrevista para El Occidental, platicó sobre las vicisitudes que ha implicado el tener que adecuarse a la nueva realidad, en vista de que dos de los lugares a los que llevaba a su pequeño a terapia -cinco días a la semana- tuvieron que suspender actividades por la situación actual del Covid-19.
"Iba a una terapia diferente los cinco días de la semana, unas eran por equino terapia porque a través del caballo les daban la terapia del lenguaje, integración sensorial y terapia conductual, pero me dijeron que cerraban y tenemos estas semanas sin terapia, aunque la terapeuta del lenguaje me ofreció hacer una videollamada semanal para que me pueda orientar en ejercicios que pueda hacer con él. También hay otro lugar donde le dan hidroterapia pero el centro cerró también por la cuarentena".
Si bien refirió que desde antes su familia se había adaptado ya a un nuevo estilo de vida en torno a las necesidades de Lucio y su terapia, a falta de escuelas regulares que lo aceptaran, Alejandra refirió que a partir de este aislamiento para prevenir contagios por coronavirus la vida de su pequeño también ha cambiado, pues aunque se enfoque en ayudarlo lo más que pueda, nunca será lo mismo a comparación de la ayuda que recibía de profesionales.
"No me he podido sentar como tal a darle una terapia, porque una no estoy capacitada para eso, y dos, pues él (Lucio) no la haría, porque los niños que tienen un tema cognitivo están acostumbrados a una rutina, y sacarlos de ella es un shock, y es difícil hacer que regresen. Por eso, lo que hago en mi vida cotidiana, sin que él lo sienta como parte de una terapia, es meter cosas que sé que están siendo terapéuticas con juegos y demás".
El retraso global del desarrollo afecta funciones cognitivas o del habla en los niños, sin embargo, por un tema de integración sensorial y conduct entra en el trastorno del espectro autista, aunque no se tenga propiamente autismo según la Organización Mundial de la Salud (OMS), como es el caso de Lucio.
Con seis años de edad, aunque fue diagnosticado cuando tenía uno, Lucio va lento en varios procesos de maduración ya que todavía no habla, situación que ha sido compleja, refirió Alejandra, pues de acuerdo a los terapeutas que lo han tratado él debe estar en una escuela regular, algo que se ha dificultado ya que no hay suficientes cupos para pequeños con necesidades especiales.
"La mayor parte de nuestro día gira en torno a él, porque tenemos que estar pendientes de cómo va avanzando. En lo económico ha sido difícil pues en la escuela no te aceptan sin una monitora, pero este ciclo escolar no lo pude meter a ninguna escuela porque no hubo cupo, ya que estaba en un kínder del que prácticamente me invitaron a sacarlo y al no encontrar escuelas nos enfocamos en las terapias".
Ahora que las terapias como tal tampoco son una opción en la actualidad, Alejandra y su familia se han tenido que esforzar aún más para adecuar el entorno de Lucio para que no resienta tanto el cambio, sin embargo, con un trastorno en el que el tiempo de terapia es oro, para que se pueda avanzar, el panorama es cada vez más complejo.
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