Juegos de mesa y productos para el hogar como tablas botaneras, repisas, artículos de decoración, mesas y sillas pueden construirse a base de palillos chinos, de los que utilizas al comer sushi o algunos otros alimentos orientales.
Esto es posible gracias al reciclaje de los palillos, del que se encarga una compañía asentada en Ciudad de México que busca expandirse en Guadalajara para recolectar palillos y ofrecer a tapatíos los productos que fueron hechos con ellos.
Arturo Katz, director general de ChopValue México explicó que la empresa con dos años de presencia en México, pero más de siete años en otras partes del mundo pretende además de generar conciencia respecto al impacto ambiental, ofrecer alternativas de productos de uso común, hechos con material reciclado.
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Sin embargo, no ha sido fácil posicionarse, pues “en México estamos retrasados en temas de reciclaje y sustentabilidad y al ofrecer un producto que tiene una solución amigable con el medio ambiente todavía no es un diferenciador claro o importante para que los compradores tomen la decisión”.
Solo en México han recolectado más de 10 millones de palillos chinos, pero a nivel mundial suman 160 millones de palillos, lo que representa cerca de 700 kilogramos por semana, es decir, más de tres toneladas al mes de palillos.
La recolección la hacen apoyándose de restaurantes dedicados a la venta de sushi, a quienes se acercan y les explican el problema que implican sus residuos, ofreciéndoles una solución en la que no tienen que invertir, lo que les motiva para sumarse a la recolección.
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Y por parte de la empresa el trabajo es procesar los palillos y transformarlos en muebles o artículos de uso cotidiano que se ponen a la venta para el hogar, pero también como “souvenir” o promocional de grandes compañías.
Agregó que en artículos de venta directa al consumidor compiten con otras marcas, pero la limitante es en ventas corporativas y mobiliario para restaurantes, donde están por arriba del precio comercial y los clientes mexicanos “se van mucho por precio y todavía no hay la cultura, evidentemente competimos con productos muy baratos que se importan de Asia y otros lados de Oriente y tristemente las decisiones se toman solamente con el impacto económico que puede tener para la empresa, sin voltear a ver el impacto ambiental”.