Juan Trujillo es originario de un rancho llamado Condiro, ubicado en La Barca, Jalisco, es tejuinero desde hace 28 años, oficio heredado por su padre, quien alrededor de los 80 comenzó con el negocio de la preparación y venta del tejuino por las calles y escuelas de Guadalajara oriente.
El señor Juan da a conocer que a los 17 años su papá le enseñó el oficio para que “no anduviera de vago”, y creyó que al momento de obtener su identificación oficial que lo acreditara como mayor de edad, buscaría y tendría un empleo formal, pero sonriente expresó: “La verdad, antes de tener la identificación… le empecé a tener cariño (al oficio)”, por lo que siguió el legado de su padre.
Ahora tiene 46 años y es padre de familia de tres hijos, uno en universidad, una en preparatoria y un pequeño que está en primaria; al preguntarle que si alguno de ellos seguiría con el oficio, dijo que lo más importante es que estudien.
Brevemente contó la historia de este manjar, dijo que es originaria de los huicholes y los taraumaras; la palabra “tejuino” proviene del náhuatl “tejuin” que puede entenderse como latir o palpitar, debido al estado de euforia que provoca al tomarlo, sobre todo cuando presenta un alto grado de fermentación.
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Describe su rutina: “Me levanto a las seis de la mañana, hago nieve de garrafa de limón, vainilla, fresa, chocolate -antes la vendía en barril, ahora en hielera para que sea más higiénico-”
“El proceso del tejuino es fermentar piña o manzana para que sea nuevo, lo hago dos veces a la semana. Lleva piloncillo y agua, después se hierve con el fermento, al final se le pone la masa. Mucha gente tiene la idea de que el tejuino está echado a perder, pero no es así, el tejuino se hace y se deja fermentar con el fermento previamente preparado, por lo que hay que dejarlo reposar aproximadamente un día”, agregó.
Continuó con la ruta de la venta: “A las 11:30 empiezo a vender desde San Lorenzo y Hacienda de Guadalupe; vendo en la zona del Panteón Nuevo y San Marcos”.
“El tejuino se prepara con limón, sal y algunos con la nieve de su preferencia, resultando una bebida refrescante y tradicional de Jalisco, en especial de Guadalajara”, acotó el señor Juan.
Todo el año se vende el tejuino, pero durante la temporada de calor incrementan y aunque tenga competencia directa, que son las nieves raspadas en cualquier lugar, dijo que ya tener sus clientes y cambiando clima y regresa a la normalidad, así como también es contratado para eventos.
Respecto a la pandemia por Covid-19, comentó que sí le ha afectado en el negocio, pero que ha sabido reducir costos para que no sea “tan duro el golpe”.
Ya que es un empleo informal, en donde no cuenta con Seguro Social, el señor Juan ahorra poco a poco y que su oficio le ha dado grandes satisfacciones.
Tres veces ha sufrido accidentes vendiendo, pero eso no le ha impedido seguir con este noble oficio, “voy a hacerlo hasta que mis pies y Dios me lo permitan”, finalizó.