Con altura literaria se enfrentan los grandes acontecimientos de la historia: Lídia Jorge

La secretaria del jurado del Premio FIL Literatura, Anna Caballé, destaca en Lídia Jorge que “a lo largo de toda tu trayectoria literaria has mostrado especial hacia los problemas de la gente"

Víctor Chávez | El Occidental

  · sábado 28 de noviembre de 2020

Foto. Cortesía | FIL Guadalajara

Por medio de una carta se enteró que era la ganadora del premio FIL de lengua Romances y por medio de un video ahora agradeció el reconocimiento, son los tiempos que le tocaron vivir a la escritora portuguesa Lídia , quien no puede ocultar su tristeza por no haber podido estar ahí, pero nos recuerda “con la altura literaria se enfrentan a los grandes acontecimientos de la historia”.

La secretaria del jurado premio FIL Literatura, Anna Caballé, destaca en Lídia Jorge “que a lo largo de toda tu trayectoria literaria has mostrado especial hacia los problemas de la gente. Que su carrera literaria ha estado e inmensa humanidad a los temas que trata en sus obras como la migración, la adolescencia, entre muchos otros.

Se dio lectura al acta que la hace ganadora y ella respondió: “Desde aquí, desde Lisboa, en la Casa de América Latina, saludo a todos los que están siguiendo esta feria, una de las mayores fiestas del libro y la literatura del mundo. Personalmente me congratulo de participar en una ceremonia tan simbólica”.

Recordó cómo se enteró que era ganadora y cómo vivió el momento: “Mi alegría fue inmensa. Y desde aquí quiero agradecer particularmente a quienes me dieron tan grata noticia el pasado 28 de agosto. En primer lugar, Raúl Padilla López, Presidente de la FIL de Guadalajara y Marisol Schultz Manaut, su Directora General. A Dulce María Zúñiga, Directora de la Asociación Civil del Premio, a Ricardo Villanueva Lomelí, Rector general de la Universidad de Guadalajara, la gran Alma Mater anfitriona de la iniciativa del Premio. También a la señora Giovana Jspersen García, Secretaria de Cultura de Jalisco y a todos los representantes de las varias instancias oficiales que la promueven. A la autora española Anna Caballé, en nombre del Jurado 2020. Gracias”.

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Y para agradecer a todos platicó sobre un capítulo en su vida donde tuvo contacto con Homero, que “en la tierra donde nací, era mujer y se llamaba María Encarnación. Era una anciana, muy pequeña, vestía ropa oscura, tenía su escaso cabello de color plateado. Sus párpados estaban enrojecidos y uno de sus ojos vacío, sin globo ocular. Estaba siempre sentada, inmóvil, sólo sus manos se movían para tejer cordelitos de palma. A primera vista, parecía un despojo de persona. Pero los niños sabían que no era así y se sentaban en el suelo para oír lo que aquella mujer analfabeta tenía para contar. Sólo que ella contaba cantando”.

Narró que “Cantaba con una voz débil, con un vibrato muy fino y prolongado. A pesar de nunca haber tenido un libro, ella cantaba romances antiquísimos aprendidos de memoria en su infancia. Tiempo después logré identificar en su narrativa, sin intervalos ni pausas, algunos romances tradicionales como el de La Nau Catrineta, la Bella Infanta o la Visita de la Novia Difunta. Y nosotros, los niños, quedábamos cautivados por aquellas historias cantadas que hablaban de amor, de combates armados, de aventuras prodigiosas acerca de marineros sobre las olas. Cuando nos cansábamos de su canción interminable, íbamos a correr por el campo, volando unos centímetros por encima del suelo. Sin saber por qué, luego de esos encuentros, nos sentíamos más ligeros. Aquella mujer nos salvaba de la soledad de los campos. Cuando falleció, vi su cabeza pequeñita desaparecer bajo las tablas. Pero a la luz de las candelas de aceite, creo haber tenido por primera vez la idea de que algo del ser humano podía triunfar sobre la muerte”.

Su narrativa la terminó reflexionando: “Después de tanto tiempo, hoy sé que ella fue el último eslabón de una cadena que perduró por siglos y que ahora está fracturada para siempre; y tengo la certeza de que esa experiencia me enseñó lo esencial sobre la capacidad de transfiguración que rige a la especie humana. Y pienso en ella, y en el misterio del tiempo que determina la vida de cada uno, y en la manera en que nos sujeta a las circunstancias del transcurso de las fechas y de la Historia”.

María Encarnación, sostuvo, “merecía haber ido a la escuela, aprendido a leer y escribir, merecía haber tenido acceso a los poetas de su patria, a Camões, Vieira y Pessoa, leer la Ilíada, la Odisea, la Divina Comedia, Don Quijote. Merecía ver Hamlet en el teatro y en el patio de su casa de piedra, leer en voz alta, la “Oda Triunfal” y desear ser la Creación entera, con las palabras con que Álvaro de Campos termina ese poema: “¡Ah, no ser yo toda la gente en todas partes!”.

Dijo que habría sido ella muy feliz leyendo Pedro Páramo de Juan Rulfo o novelas de otros autores como Carlos Fuentes.

Por ello convocó a defender la civilización del libro, “Eso hubiera dicho ella.Y esas serían también las palabras que yo misma hubiera querido pronunciar en persona, en Guadalajara, cerca de las interminables filas de jóvenes que visitan, como en ningún otro lugar de la Tierra, la Feria Internacioal de Libro”.

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