A escasas horas de terminar la manifestación del 8 de marzo, comienza el recuento de los daños y muchas de las construcciones quedan como testigos mudos de lo que sucedió, con pintas de leyendas y algunas ventanas rotas.
Cerca de las 11:00 horas, algunos negocios aún tenían sus cortinas cerradas, otros permanecían con las protecciones de madera colocadas, otras instalaciones con puertas a medio abrir, la gente leía los mensajes a favor del aborto, de que no se toque ni una más, de sí el día de mañana no aparecen queman todo, de "las niñas no se tocan" y de "yo sí te creo", en alusión a que en muchas ocasiones durante las denuncias las autoridades les cuestionan su credibilidad.
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También se ven a algunas personas tratando de quitar los mensajes en papel pegados en paredes, vidrios y mobiliario público en donde se denuncia a posibles personas que han cometido actos de violencia contra las mujeres.
En esta ocasión, no se han visto cuadrillas de trabajadores, ni de empresas, ni de ayuntamientos borrando los mensajes, estos junto con los símbolos dibujados hasta en la espalda de la estatua de Matute Remus en la Avenida Juárez eran visibles para todos.
La tienda departamental del centro de Guadalajara a la que le rompieron los vidrios de sus aparadores, aún tenía las cortinas cerradas y sólo quedaban vestigios de la ventana y cintas rojas cruzadas en forma de cruz con la frase de precaución, con la que se prevenía a los transeúntes del riesgo que se tenía en caso de acercarse demasiado o tocar los restos.
Lo mismo sucedió en la parte baja del edificio de rectoría de la Universidad de Guadalajara (UdeG), en donde todos los ventanales fueron destrozados.
Mientras que los edificios y estatuas protegidas con vallas o cubiertas quedaron sin ningún rastro de la manifestación de mujeres durante el 8M.