/ lunes 20 de mayo de 2024

Calandrieros se muestran renuentes a emigrar a un carro eléctrico

En dos meses termina el plazo para el cambio; ellos seguirán utilizando los caballos para no perder el atractivo y tradición

Toda una vida Silverio Gutiérrez y Ricardo Rodríguez se han dedicado al oficio de calandrieros que aprendieron porque sus padres también estuvieron al frente de las calandrias del centro tapatío. Recuerdos tienen muchos pues en ambos casos desde niños acompañaban a su papá en el asiento delantero durante los recorridos y les tocó conocer a personalidades de la política, de la farándula y a turistas de prácticamente todo el mundo.

Y es que quien visita Guadalajara y quiere conocer el centro generalmente busca un tour y hasta hace algunos años una buena alternativa eran las calandrias, pero todo cambió en menos de una década al ser señalados de maltrato animal.

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Recuerdan que fue en el periodo de Enrique Alfaro como presidente municipal de Guadalajara cuando inició la migración a calandrias de motor, esas que no llevan al frente un caballo y que a su consideración, son menos atractivas que las jaladas por un animal. Prueba de ello, dicen, es que si llegas al centro y buscas una calandria es común encontrar siempre disponibles las motorizadas, porque a la gente sigue buscando las jaladas por caballo.

Ambos afirman que su prioridad son los caballos y desde las 7 de la mañana se levantan a darles de comer, para bañarlos alrededor de las 10 y desde la colonia Insurgentes al oriente de Guadalajara recorrer casi una hora con la calandria vacía hasta llegar al centro de la ciudad, muchas veces solo a esperar turno mientras baja el sol.

“Por el calor nos dan chance de trabajar hasta las 6 o 7 de la tarde, trabajo un caballo un día sí y un día no y es variado el recorrido, hay veces que haces tres, cuatro, dos o a veces ninguno porque sube la temperatura y paramos bastantes horas”, explicó Silverio, quien es dueño de una calandria y tres caballos que va rotando cada día.

En el Centro de Guadalajara tienen algunas bases en las que permanecen en la sombra con sus caballos esperando clientes para un paseo que en promedio cuesta 500 pesos por 35 minutos o 600 pesos por casi una hora, recorriendo además del centro tapatío, la colonia Americana, una de las más representativas por sus fincas antiguas y bien conservadas. Por eso es común ver calandrias afuera del templo de La Merced por avenida Hidalgo, frente al Museo de Cera y frente al edificio Mulbar, así como afuera del Museo Regional.

A su consideración, la idea de renovarles la calandria de caballo por una con motor les hará perder paseantes, pues “los turistas nos han dicho que si se quita el caballo ya no se pasearán en una calandria” y asegura que muchos les dicen que optarían por los tour en camioneta o en camión panorámico en vez de calandria motorizada.

¿Cuánto cuesta mantener una calandria con caballo?

De acuerdo con calandrieros, para alimentar a un caballo requieren entre 100 y 150 pesos diarios, pero a eso hay que sumarle las vitaminas, la atención veterinaria cuando se enferman y el herraje.

De lo que no se libran son de las revisiones veterinarias cada tres meses “y yo me preocupo cuando veo un caballo echado, si llego a mi corral y lo veo echado puede traer un cólico, puede estar malo, ahí es donde me preocupo”, dijo el hombre que desde hace 37 años maneja una calandria y que acompañó a su padre muchos años en el mismo oficio, al que le dedicó 64 años de su vida.

Calandrieros se oponen al cambio. Foto. Francisco Rodríguez / El Occidental

Ellos dos y el pequeño grupo de calandrieros que se negaron a migrar a las calandrias de motor afirman que continuarán trabajando hasta que les permitan y aunque saben que podría ser en el próximo verano cuando se elimine la tradición, confían en que los turistas “los hagan fuertes”, manifestó.

No quieren perder la tradición y ceder derechos

“Tenemos desde el 2017 batallando por el cambio y eso no conviene y si le firmo el comodato al Ayuntamiento yo dejo de ser dueño de mi permiso y pasa a ser dueño el Ayuntamiento y me lo prestan por 99 años, pero quién me asegura que me dejen el carro, porque vienen muchos párrafos donde dice que al día siguiente puede cambiar de reglas y si el gobierno quiere van a decir que seremos trabajadores”, dijo Ricardo, quien lleva 27 años trabajando y es la segunda generación de calandrieros con casi medio siglo arriba de las calandrias con caballo.

Además de lo que argumentan les afectaría por tema de permisos de los carros para trabajar, también creer que al tener una calandria eléctrica disminuirá la afluencia turística, pues hay alrededor de una decena de viajes en calandrias de caballo por tres en calandrias eléctricas, ya que son sus clientes quienes deciden en qué quieren pasear por el centro de la ciudad. Reitera que los señalamientos por maltrato animal son injustos y al igual que sus compañeros, siempre se levanta temprano a atender a sus cuatro animales, en los que invierte alrededor de 3 mil pesos semanales solo en alimentación.

Consideran que la idea de renovarles la calandria de caballo por una con motor les hará perder paseantes. Foto. Cortesía

“Hay que levantarse a limpiarle su cama al caballo, bañas al caballo y en lo que se seca le echo pastura para que almuerce y en ese tiempo limpias la caballeriza, lo engancho a la calandria y nos dirigimos al centro a trabajar, pero salga o no salga a trabajar los caballos comen, son como mis hijos, ellos no saben si hay dinero o no hay dinero, ellos tienen que comer”.

¿Qué dice la autoridad?

La desaparición de calandrias jaladas por caballo está cada vez más cerca o al menos eso dicen en el Ayuntamiento de Guadalajara, donde iniciaron con la renovación desde mitad del 2017 y el plazo fatal está por cumplirse.

Entrevistada al respecto por EL OCCIDENTAL, Lorena Velázquez Guerrero, encargada de despacho de la Superintendencia de Guadalajara, informó que el plan municipal es alcanzar la sustitución de calandrias de caballo por eléctricas a finales del mes de julio.

Toda una vida Silverio Gutiérrez y Ricardo Rodríguez se han dedicado al oficio de calandrieros que aprendieron porque sus padres también estuvieron al frente de las calandrias del centro tapatío. Recuerdos tienen muchos pues en ambos casos desde niños acompañaban a su papá en el asiento delantero durante los recorridos y les tocó conocer a personalidades de la política, de la farándula y a turistas de prácticamente todo el mundo.

Y es que quien visita Guadalajara y quiere conocer el centro generalmente busca un tour y hasta hace algunos años una buena alternativa eran las calandrias, pero todo cambió en menos de una década al ser señalados de maltrato animal.

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Recuerdan que fue en el periodo de Enrique Alfaro como presidente municipal de Guadalajara cuando inició la migración a calandrias de motor, esas que no llevan al frente un caballo y que a su consideración, son menos atractivas que las jaladas por un animal. Prueba de ello, dicen, es que si llegas al centro y buscas una calandria es común encontrar siempre disponibles las motorizadas, porque a la gente sigue buscando las jaladas por caballo.

Ambos afirman que su prioridad son los caballos y desde las 7 de la mañana se levantan a darles de comer, para bañarlos alrededor de las 10 y desde la colonia Insurgentes al oriente de Guadalajara recorrer casi una hora con la calandria vacía hasta llegar al centro de la ciudad, muchas veces solo a esperar turno mientras baja el sol.

“Por el calor nos dan chance de trabajar hasta las 6 o 7 de la tarde, trabajo un caballo un día sí y un día no y es variado el recorrido, hay veces que haces tres, cuatro, dos o a veces ninguno porque sube la temperatura y paramos bastantes horas”, explicó Silverio, quien es dueño de una calandria y tres caballos que va rotando cada día.

En el Centro de Guadalajara tienen algunas bases en las que permanecen en la sombra con sus caballos esperando clientes para un paseo que en promedio cuesta 500 pesos por 35 minutos o 600 pesos por casi una hora, recorriendo además del centro tapatío, la colonia Americana, una de las más representativas por sus fincas antiguas y bien conservadas. Por eso es común ver calandrias afuera del templo de La Merced por avenida Hidalgo, frente al Museo de Cera y frente al edificio Mulbar, así como afuera del Museo Regional.

A su consideración, la idea de renovarles la calandria de caballo por una con motor les hará perder paseantes, pues “los turistas nos han dicho que si se quita el caballo ya no se pasearán en una calandria” y asegura que muchos les dicen que optarían por los tour en camioneta o en camión panorámico en vez de calandria motorizada.

¿Cuánto cuesta mantener una calandria con caballo?

De acuerdo con calandrieros, para alimentar a un caballo requieren entre 100 y 150 pesos diarios, pero a eso hay que sumarle las vitaminas, la atención veterinaria cuando se enferman y el herraje.

De lo que no se libran son de las revisiones veterinarias cada tres meses “y yo me preocupo cuando veo un caballo echado, si llego a mi corral y lo veo echado puede traer un cólico, puede estar malo, ahí es donde me preocupo”, dijo el hombre que desde hace 37 años maneja una calandria y que acompañó a su padre muchos años en el mismo oficio, al que le dedicó 64 años de su vida.

Calandrieros se oponen al cambio. Foto. Francisco Rodríguez / El Occidental

Ellos dos y el pequeño grupo de calandrieros que se negaron a migrar a las calandrias de motor afirman que continuarán trabajando hasta que les permitan y aunque saben que podría ser en el próximo verano cuando se elimine la tradición, confían en que los turistas “los hagan fuertes”, manifestó.

No quieren perder la tradición y ceder derechos

“Tenemos desde el 2017 batallando por el cambio y eso no conviene y si le firmo el comodato al Ayuntamiento yo dejo de ser dueño de mi permiso y pasa a ser dueño el Ayuntamiento y me lo prestan por 99 años, pero quién me asegura que me dejen el carro, porque vienen muchos párrafos donde dice que al día siguiente puede cambiar de reglas y si el gobierno quiere van a decir que seremos trabajadores”, dijo Ricardo, quien lleva 27 años trabajando y es la segunda generación de calandrieros con casi medio siglo arriba de las calandrias con caballo.

Además de lo que argumentan les afectaría por tema de permisos de los carros para trabajar, también creer que al tener una calandria eléctrica disminuirá la afluencia turística, pues hay alrededor de una decena de viajes en calandrias de caballo por tres en calandrias eléctricas, ya que son sus clientes quienes deciden en qué quieren pasear por el centro de la ciudad. Reitera que los señalamientos por maltrato animal son injustos y al igual que sus compañeros, siempre se levanta temprano a atender a sus cuatro animales, en los que invierte alrededor de 3 mil pesos semanales solo en alimentación.

Consideran que la idea de renovarles la calandria de caballo por una con motor les hará perder paseantes. Foto. Cortesía

“Hay que levantarse a limpiarle su cama al caballo, bañas al caballo y en lo que se seca le echo pastura para que almuerce y en ese tiempo limpias la caballeriza, lo engancho a la calandria y nos dirigimos al centro a trabajar, pero salga o no salga a trabajar los caballos comen, son como mis hijos, ellos no saben si hay dinero o no hay dinero, ellos tienen que comer”.

¿Qué dice la autoridad?

La desaparición de calandrias jaladas por caballo está cada vez más cerca o al menos eso dicen en el Ayuntamiento de Guadalajara, donde iniciaron con la renovación desde mitad del 2017 y el plazo fatal está por cumplirse.

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