Entre la vida y la muerte se enfrentan a diario cinco mil jaliscienses que necesitan un trasplante de riñón e hígado, la falta de un especialista en el sistema público de salud, de una política pública y ante el riesgo de cierre de espacios se fragmenta la esperanza de sobrevivir.
Este 27 de febrero es Día Internacional del Trasplante y de la donación de Órganos y Tejidos. Aunque Jalisco fue pionero en trasplantes y cuenta con toda una infraestructura para realizarlos, enfrenta una crisis sanitaria que empobrece al paciente y a sus familias. La falta de procuradores y trasplantólogos de órganos, de donación cadavérica, de medicamentos y de terapias sustitutiva como: hemodiálisis y diálisis genera un triple problema: la privación al acceso al tratamiento, el deterioro progresivo en la salud y calidad de vida y caer en pobreza. Los costos son millonarios para la atención integral de un paciente con daño renal o hepático: las familias llegan a empeñar sus bienes, pedir préstamos, realizar un sin número de acciones para obtener el dinero y poder trasplantar a su ser querido.
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Los pacientes para ser seleccionados como candidatos a la lista de espera, ingresar al protocolo de trasplantes y concluir los criterios médicos, clínicos y quirúrgicos, además de ser analizado por el comité de trasplantes tarda años, tiempo en algunos no alcanzan a celebrar un cumpleaños más.
La necesidad de un trasplante es cada vez mayor. De la lista nacional de pacientes la tercera parte son de nuestro territorio. Los cinco mil 867 jaliscienses esperan un órgano y/o tejido, de los cuales cuatro mil 975 un riñón, seguido de córnea, 850 y de hígado, 40 al 16 de febrero de 2023.
Esto refleja un panorama desolador, mientras que la lista de pacientes va en aumento el número de trasplantes disminuye. Mili y Calo pasan por un viacrucis, ambos fueron trasplantados de un donante familiar vivo. La mamá de cada uno donó parte de su riñón y de hígado, respectivamente, ante la falta de donación cadavérica.
Hoy se enfrentan a una serie de obstáculos que impiden tener una mejor calidad de vida. Platicando con Mily Naveja, en la Asociación Civil Milagros, narró que previo al trasplante renal pasó por un viacrucis junto con su familia, su vida cada vez se acortaba por lo que urgía una intervención urgente.
“Yo estuve haciéndome una hemodiálisis y fue un infierno, yo llegué a un trasplante porque mi madre me lo da y se queda sin un órgano peligrando su vida también”.
Ha sido un proceso con “graves obstáculos. “Los que tenemos donador vivo tenemos una historia diferente que los que tienen donador de cadáver, la gente que tiene donador de cadáver duró 10 años en la lista de espera para que les tocara un órgano y el que lo rechaces porque el medicamento estuvo mal, porque no te hicieron los análisis a tiempo, porque la consulta no estaba, porque está saturado el sistema de salud es muy doloroso”, denuncia la activista de donación de órganos.
“El grueso de la población renal que no trata de llegar a un trasplante porque sabe que una lista de espera es una antesala a la muerte, además no tiene los recursos para acceder al trasplante”.
En Jalisco se estima que hay cerca de 15 mil pacientes con insuficiencia renal que no accederán a segunda vida: “No los van a trasplantar y si tienen una enfermedad autoinmune, si son diabéticos, si pasaron los 60 años, si tienen presión alta, un sinfín de características lo que va a imposibilitar que los enlisten para un trasplante”.
Para evitar un desenlace prematuro estos pacientes reciben hemodiálisis o diálisis peritoneal, pero también se enfrentan al desabasto y saturación de los espacios para brindar el tratamiento. En esta antesala de vida hay historias de lucha y de pelea cada minuto para tener una segunda oportunidad de vida.
Karla Meza y Diego Olmos vivieron la cruda realidad para acceder a un trasplante ante la falta de especialistas, de infraestructura y que el tiempo era oro, deciden reunir 3.5 millones de pesos para trasplantar a Calo, su pequeño hijo. A los dos meses de vida, Calo fue diagnosticado de atresia de vías biliares, una enfermedad que causa cirrosis, a los 80 días entró a cirugía pero fue insuficiente urgía un trasplante de hígado en el Centro Médico Nacional de Occidente del IMSS Jalisco.
“No lo enviaron al centro médico, lo enviaron con especialista a León, Guanajuato, para cumplir con el protocolo para poder llegar a Jalisco para el trasplante pero en el camino el niño se infectaba o tenía anemia, bajaba de peso”, platica la madre de familia.
El tiempo de vida cada vez se acortaba, los médicos dieron tres meses de vida y aún faltaba los protocolos para ingresar a un trasplante, en este ir y venir de estudios Karla y Diego organizaron rifas y kermes en su ciudad de origen Aguascalientes. “Por su condición, él necesita ser trasplantado en diciembre y eran tres meses cuando el protocolo de trasplante dura un año o más y el doctor nos dijo que necesitaba el trasplante ya, por eso vimos otra forma de no esperarnos al IMSS, nos dijo no va a llegar”.
El 5 de febrero de 2022 Calo fue trasplantado en el Hospital Puerta de Hierro, la mamá fue la donante. A los meses Calo, como lo llaman sus papás, tuvo recaídas: “Después del trasplante ya no tuvimos dinero para tratarlo de forma privada, llegamos al Centro Médico el año pasado, duramos siete meses hospitalizados y este año (2023) llegamos el 15 de enero a la fecha”.
En este viacrucis la madre de familia Karla Meza platica que ha conocido a familias preocupadas por la tardanza para acceder a un protocolo, además de que la Unidad de Pediatría del IMSS Jalisco enfrenta una crisis ante la falta de especialistas para realizar trasplantes de hígado.
“Conozco a niños que se quedaron en el intento de ser trasplantados, tenían un año de protocolo pero el año pasado (2022) hubo una situación no sé si se fue por parte del gobierno, pero pararon todos los trasplantes de hígado, todos los niños que estaban de donador vivo relacionado ni siquiera entraron a la lista de espera de un donador cadavérico”.
De la lista de trasplantes de Jalisco nueve de cada diez pacientes son derechohabientes del IMSS, lo que enciende los focos de alerta para las organizaciones civiles y las familias el detener un programa de alta especialidad, señalan es poner en riesgo la vida del paciente.