El cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, manifestó que los cuerpos no reclamados que saturaron el espacio destinado para ello en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses y que han sido transportados en tráileres ponen en evidencia un "proceso de deshumanización lamentable y gradual en nuestra sociedad, que nos ha ido permeando, y son, al mismo tiempo, una manifestación de la violencia desatada en la que vivimos, y que nos hace deducir que las instituciones de gobierno han sido rebasadas".
En comunicado de prensa el también presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicanos (CEM), puntualizó que con "la falta de cuidado y atención a los cuerpos que no han sido identificados, crece el desaliento de las personas que esperan encontrar a sus seres queridos".
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Exhortó que por razones sociales, humanitarias, religiosas y de Salud Pública, es "urgente seguir los procedimientos adecuados para obtener y archivar cuidadosamente la información genética que pueda llevar en el futuro a la identificación de los restos de quienes ahora permanecen en el anonimato".
Hizo un llamado, al "debido respeto y honorabilidad por los seres humanos en cualquiera de sus circunstancias, desde el más vulnerable e indefenso hasta el más desconocido e ignorado. Cualquier hálito de existencia humana es muestra de la bondad del Creador."
Como Pastor de la Iglesia de Guadalajara explico: “Creo en la resurrección de los muertos”, es afirmar algo esencial de la fe cristiana".
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Expuso que la dignidad de todo individuo no se pierde, ni aún después de la muerte; los restos humanos exigen el respeto debido a quien en vida fue una persona, “imagen y semejanza de Dios”, que espera, por los méritos de Jesucristo, ser rescatada y salvada para la vida eterna.
El cardenal Robles Ortega manifestó "no pueden ser lo mismo los despojos de la naturaleza inanimada que los restos de quien vino a la existencia por un designio divino. La muerte no es el fin, la anulación, la eliminación, ni mucho menos, la extinción de una persona humana."
El Arzobispo de Guadalajara, indicó que la muerte cristiana tiene un sentido positivo. La visión cristiana de la muerte se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la Iglesia: La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma: y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo».
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La inhumación, añadió, es una forma de manifestar la fe en la Resurrección, " con ello se entiende que se reposa con la firme esperanza de ser un día despertado para la luz eterna del cielo. Además de responder a una antiquísima tradición de sepultar a los muertos, sabemos que ha sido considerada una obra de misericordia corporal. Las sociedades de todos los tiempos y culturas han dispuesto lugares adecuados para la inhumación de sus difuntos; espacios que manifiestan la compasión, el respeto y la veneración hacia aquellos que compartieron nuestro mismo peregrinar."