El municipio de Teocaltiche es uno de los más violentos, por la pugna entre los dos principales cárteles de la droga del país. A diario los pobladores luchan por seguir con su vida, con sus actividades. Ahí en donde son constantes las balaceras y enfrentamientos, vive el señor Santiago García Escobar, quien desde hace 40 años, se dedica a hacer ajedreces, un juego que requiere concentración, agilidad y paz. Es muy común que se juegue en ese poblado alteño.
Era un niño cuando don Santiago aprendió a fabricar las 32 piezas de ese juego, su familia lo fue enseñando a trabajar la madera. Actualmente tiene más de cuatro décadas años dedicándose a su elaboración con madera.
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"En la familia, por tradición. Me inicié con mis tíos, ellos son los que trabajaban en el ajedrez. Y yo como estaba chico, empecé a los 13 años, pues me inicié. Eso era lo que se fabricaba".
Su conocimiento en ese oficio que requiere de perfección y concentración por lo detallado de las piezas, ya se lo transmitió a su hijo, para que la tradición no muera. "Tengo un hijo varón y ya es mayor de edad, ya a él sí le enseñé. Lo enseñé y también a un hermano mío y varios vecinos que en su tiempo quisieron enseñarse". Para avanzar en su trabajo, son 45 minutos los que le dedica a cada juego completo a excepción de la caja que se fabrica en otro lugar. Él considera que esa es la opción para aventajar en su trabajo.
Los de madera pasan de moda
La tecnología rebasó a los artesanos que fabricaban trompos y baleros de madera.
"Es un juguete que ya pasó de moda. Se hace aquí, se va para otros lados. Lo hacen por curiosidad, con la tecnología nos rebasó y rezagamos", señalaron artesanos donde recuerdan que en otros tiempos los niños hacían rondas en las escuelas o en sus casas con estos nostálgicos juguetes.