De cara al Día Mundial de la Abeja el panorama que se vislumbra para la apicultura en el corto plazo es gris debido al calentamiento global. El uso de los insecticidas, incendios forestales y el crecimiento inmobiliario hace que cada vez los apiarios se instalen más lejos o que las abejas fallezcan antes de reproducirse y esos elementos amenazan con terminar generaciones de apicultores.
Alfonso Díaz León, presidente de la Asociación de Apicultores de Guadalajara, no dudó en señalar que el sector “está en crisis ya sea por la intervención por las personas, la deforestación, las quemas, el cambio climático, uso de agroquímicos o pesticidas que han disminuido del 30 al 40% la cantidad de colmenas que tenemos en México”. Pero ellos hacen un esfuerzo en poder repoblarla lo cual es un gran reto porque se torna difícil y más que con la sequía o los incendios hacen que se tengan menos espacios o zonas en las que se puedan alimentar las abejas o extraer los jugos para procesar miel.
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“El futuro inmediato es muy gris. En el norte de Jalisco, en el área de Teocaltiche que está en los límites con Zacatecas, Aguascalientes y Michoacán, regularmente se cosechan toneladas y ahorita no se cosechó nada porque el calor y el viento secó la flor y eso ocasionó que se murieran las abejas”, indicó.
Hace varios años en la zona metropolitana aún había decenas de colmenas, principalmente en Tlajomulco en la zona de Cajititlán y en las 200 hectáreas que se utilizaban para la alimentación de las abejas ya no es funcional debido a que se sembró agave y la producción de berries.
A eso se suma que los grupos de la delincuencia en muchas zonas les limitan el paso hacia sus apiarios y en ocasiones los pierden o deben de cambiarlos de sitios “porque no quieren que se les moleste” con el movimiento que se genera el revisarlos por lo menos una vez a la semana para darles mantenimiento o extraer los panales de miel.
Las abejas urbanas son las más agresivas
La falta de colmenas controladas en las zonas urbanas son uno de los motivos por los que las abejas que se ven en la ciudad sean un poco más agresivas que las de campo o de los apiarios ya que se mueven sin ningún control, se reproducen entre ellas y su genética se modifica al tener una sola reina hace que se vuelvan violentas y su veneno es más fuerte.
“Son abejas que tiene menos mezcla de las menos dóciles porque entre ellas se van reproduciendo, se hace un mal congénito porque entre ellas mismas se reproducen y no existe una abeja reina de otra especie que venga a controlar entonces son un poco más agresivas, enjambradoras, comen miel y se van, no funcionan para nosotros”, mencionó.
Pero también hay mitos que es necesario eliminar como la apifobia desde la escuela al educar a los menores para que sepan cómo reaccionar ante una abeja, no manotear porque eso las altera o lo consideran como una agresión y por eso responden con piquetes.
Generaciones de apicultores
Ana Belén Díaz forma parte de una familia con varias generaciones dedicada a la apicultura y ve con pena como poco a poco se tienen cada vez menos abejas o el trabajo que cuesta poder reponer las que se tienen, sobre todo en las sequías severas que se viven ya que el alimento es escaso y sus abejas buscan dónde comer y en ocasiones se va toda la comunidad cuando hay carencias. Ella se inició en esta actividad porque es una herencia de familia; ella lo tomaba como un pasatiempo y posteriormente le tomó cariño. Hoy en día sus hijos también están inmersos en este mundo de la producción de miel, como un estilo de vida.