“Aquí huele bien y si aquí comemos”, dice una turista que va saliendo del estacionamiento ubicado en una de las calles que cruzan Tonaltecas, donde todos los domingos se pone el famoso tianguis artesanal de Tonalá.
Se sientan y son de los primeros clientes del puesto, que domingo a domingo recibe a cientos de paseantes, algunos radicados en la zona metropolitana de Guadalajara y otros que llegan desde otros estados o incluso del extranjero.
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Y es que ir a Tonalá representa más que comprar artesanías y tanto los tapatíos, como quienes provienen de otras partes del mundo saben que ahí “se come rico”.
Bien puede ser en el puesto de tacos, donde están asando la carne o preparándola en el comal, hasta en los establecimientos que ofrecen desayunos como chilaquiles con huevos al gusto y por supuesto en los que venden tostadas o tortas ahogadas, que son de las preferidas de los turistas.
Junto a esos puestos incluso pareciera que los pasillos del tianguis se hacen más chiquitos, pues la gente se detiene para ver qué tanto están vendiendo y la circulación se reduce.
Algo similar pasa con quienes buscan también las gorditas de nata rellenas de cajeta o mermelada, los raspados y los tejuinos, que propios y extraños disfrutan mientras andan caminando en busca de lo que iban a comprar.
De esa manera, son miles de personas las que recorren el tianguis con bolsas o cajas de cartón en una mano y “alguna guzguera” en la otra, mientras quedan encantados con la cantidad de artesanías que se venden.
Esto, porque en medio de recuerditos para el bautizo o la primera comunión, muebles y miles de artesanías, hay también una infinidad de comida y antojitos para disfrutar mientras se camina por el tianguis, escuchando a los cantantes que con instrumento en mano también lo recorren.