En el Centro Histórico de Guadalajara, cada fin de semana se puede observar en diferentes puntos a adultos mayores con alguna discapacidad o enfermedad, pidiendo limosna.
Antes solían colocarse o algún familiar los dejaban desde las 9 de la mañana como si fuera una jornada laboral fuera de algún templo ubicado en el corazón de la ciudad.
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Ahora, los adultos mayores están en una esquina de las cuatro plazas, en una tienda comercial o del mercado en donde los rayos solares no caigan de manera directa.
Estos adultos mayores traen una caja de mazapanes, un vaso en el caso de las mujeres, y en los hombres solo estiran la mano con su sombrero o gorra para recibir alguna dádiva, ayuda económica o "una lismonita".
Otros acuden con una bocina y micrófono para cantar y recibir algunas monedas.
El primer cuadro de la ciudad ha sido uno de los espacios más concurridos por los adultos mayores para poder pedir limosna y sobrevivir, por su condición y falta de documentos para pedir un apoyo social o económico no pueden acceder.
Tan solo en el recorrido realizado y dialogado con alguno de estos adultos mayores, coinciden en señalar que viven solos, sus familiares los abandonaron y la única opción que tienen es pedir una "lismonita".
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En un día llegan a juntar 120 pesos, después de 10 horas que están sentados en el piso o en una silla que pueden cargar.
En la cuadra de la Avenida Hidalgo entre la Presidencia Municipal de Guadalajara y el Mercado Corona al menos cinco adultos mayores había pidiendo dinero.