A las 15:45 horas del 24 de mayo de 1993 fueron asesinadas siete personas, entre ellas el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, y el caso sigue impune, como lo sentenció el ex secretario general de gobierno, Fernando Guzmán Pérez-Peláez, que advierte que a la fecha México no ha encontrado la paz.
Por si no lo viste:
Fue de los pocos que lo recordó. Hasta para la iglesia local el tema pasó intrascendente. El tiempo parece haberse encargado de borrar uno de los capítulos de lo que fue el inicio de la violencia que trajo el narcotráfico y que Jalisco no se ha podido sacudir.
Era casi el comienzo de enfrentamientos entre grupos rivales que parecieran haberse prolongado durante ya casi tres décadas, cada vez más violentos, cada vez más despiadados, sin tregua.
Los juicios, como la propia búsqueda, se han vuelto casi eternos, llevan tres décadas, y aún no encuentran la sentencia final para los enjuiciados. De casi 30 detenidos, solo quedan 9 procesados y permanecen en las cárceles por otros crímenes.
Caso impune
Pero para otros el caso permanece impune. Los verdaderos asesinos siguen libres y éste fue un crimen de estado.
La presencia de hombres encapuchados días antes en la casa de Tlaquepaque, del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo; la extraña desaparición de Alberto Bayardo Robles, el supuesto primer detenido del caso que apareció en Estados Unidos como parte de un programa de testigos protegidos, además la presencia en la escena del crimen de agentes federales y ex militares, y la contundente conclusión del ya extinto doctor Mario Rivas Souza, de que “las balas fueron directísimas” sobre el cuerpo del cardenal; enrarecen el asunto y son las bases principales como para que una comisión ciudadana investigadora del caso, auspiciada por el entonces gobierno panista de Alberto Cárdenas Jiménez, sostenga a la fecha que fue un ataque directo.
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Sin embargo, a 28 años, el que para muchos fue un magnicidio es el monumento más claro a la impunidad que reina en Jalisco y deja en evidencia que desde hace muchas décadas aquí no se respira paz.
Hoy muchos parecieran perderse en la vorágine del momento. Han callado este 24 de mayo, salvo el mismo Fernando Guzmán Pérez Peláez, ex secretario de gobierno obstinado en que detrás de este crimen hay más que una teoría de confusión.
No quiere adentrarse más, pero sí recuerda que “A 28 años del artero crimen del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, permanece la impunidad”.
Y sin negar su catolicismo, clama: “pidamos su intercesión ante el Señor de la Historia y Santa María de Guadalupe porque México salga adelante y recuperemos la Paz”. Una paz que no se ha encontrado en 28 años.
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