Ya que moralidad suele pender de un peligroso hilo que no lo aleja tanto de los criminales a los que combate sin descanso, de ahí su inquebrantable código de no matar para evitar convertirse en lo que más odia.
Esto es algo que este último capítulo trata de forma genial, especialmente cuando se nos cuestionan ciertas normas y valores que parecían inamovibles en el universo del Hombre Murciélago, mostrando sin tapujos las consecuencias de nuestra cruzada contra el crimen, pero sin decirnos en ningún momento qué está bien o mal para que seamos nosotros mismos quienes saquemos nuestras propias conclusiones y actuemos como mejor lo consideremos.
Pero si el tratamiento que se le ha dado al Caballero Oscuro nos ha encantado, aquí la auténtica estrella de la función es John Doe o, como se le conocerá a partir de ahora: “El Joker”.
Lee:
Durante toda la temporada, hemos sido la figura en la que este maniático salido de Arkham se ha fijado, por lo que, de un modo u otro, lo hemos ido definiendo.
No en vano, tal y como pudimos ver al final del cuarto episodio, dependiendo del trato que le hayamos dado, se acabará sintiendo como un nuevo justiciero que quiere ayudar en nuestra misión de limpiar Gotham de la inmundicia que la asola, o como un psicópata resentido con todo que solo quiere ver el mundo arder.
Esto es algo que define por completo el camino que seguirán los jugadores en este final de temporada, dividiéndose en dos rutas muy distintas que, eso sí, acaban concluyendo en el mismo desenlace.
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Como siempre, las secuencias de acción a base de QTE podrían dar más de sí ya que ambas rutas son lo suficientemente diferentes como para animarnos a darle una rejugada, aunque sólo sea por ver la evolución y desarrollo que sufre el villano en cada una de ellas.
Si bien estas últimas siguen siendo muy insignificantes en cuanto a jugabilidad, hay que destacar lo bien coreografiadas y planteadas que están.