Los mexicanos celebran todo con comida, ya sea el cumpleaños del "chamaco o chamaca", el aniversario de bodas, un ascenso de trabajo, y la muerte no es la excepción, afirmó en una entrevista con EL OCCIDENTAL el reconocido chef Aquiles.
"Por ejemplo, si lamentablemente fallece un familiar, en la religión católica se realizan los rezos, los novenarios, y después de cada rezo, los dolientes están más preocupados por lo que les van a invitar a comer a quienes fueron a rezar que por su propio dolor o pérdida. Al llegar el último día de rezos, se cierra con una comilona o una gran cena".
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Este es un claro ejemplo de que, al final de cuentas, el mexicano tiene una relación tan maravillosa con la muerte: "No deja de dolernos la partida del ser querido, pero después de eso, cuando lo superamos, lo conmemoramos felices, con cariño y alegría; la comida nos da felicidad", manifestó el chef, quien estuvo de invitado en el Gran Altar de Muertos de Calaverandia como embajador de la marca de aceite canola.
En estas fechas, se colocan en los altares los alimentos que les gustaban a los seres queridos, buscando el pan de muerto, el atole y otras comidas.
"En estas fechas pongo el altar con mis 'muertitos'. Yo, la verdad, los recuerdo todo el año, no solo en estas fechas. Pero estoy verdaderamente convencido de que si bajan o suben, quién sabe; pero de que se aparecen, se aparecen. Y siempre los tenemos presentes".
Muchos, independientemente del dios que profesen, se encomiendan al papá, a la mamá, al abuelito, a la abuelita, al hijo o al hermano.
Recordó que su madre murió hace un par de años y la recuerda haciendo y comiendo mole verde, porque su mamá se lo hacía en su cumpleaños. El mole verde lo tiene en uno de sus restaurantes en Pachuca. "Una vez a la semana me echo un taquito de mole verde, recordándola de una manera muy vívida. Me despierto y, si viene algo importante, digo: 'jefa, échame la mano'. La recuerdo todo el día o en ciertos momentos, pero el hecho de comer un taquito de mole verde con arroz —ni siquiera con pollo o carne, solo el molecito verde— hace que ese recuerdo se vuelva más vívido".
Felicitó a quien se le ocurrió organizar Calaverandia porque es la celebración del Día de Muertos y aplaudió la iniciativa, destacando que no se ven vampiros, un Frankenstein o un Freddy Krueger deambulando en Calaverandia, porque no es un tema de Halloween, sino un tema muy mexicano en sus diferentes representaciones.
"Hay una parte que es el inframundo, pero está más relacionada con los mayas o el Gran Altar de Muertos", externó el chef Aquiles.
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