Como todos los años, este 5 de junio se conmemora el Día Mundial del Medio Ambiente, que en esta ocasión aborda el tema “Una Sola Tierra”. Esta celebración cobra aún mayor relevancia dado que hace 50 años se realizó la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente en Estocolmo, Suecia. Y es así que este año, para rememorar este hecho relevante, el mismo gobierno de Suecia acogió la conferencia Estocolmo + 50: un planeta sano para la prosperidad de todos.
En esta reunión de alto nivel se discute la necesidad de actuar de manera colectiva para lograr un planeta saludable para la prosperidad de todos; una recuperación sostenible e inclusiva de la pandemia del Covid-19, y acelerar la implementación de la dimensión medioambiental del Desarrollo Sostenible en el contexto de la Década de Acción.
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Ahora bien, es importante considerar que para poder hacer realidad y vigente esta necesidad de vivir de forma sostenible y en armonía con la naturaleza, resulta fundamental poner el acento y enfoque en la relevancia del agua y su buen manejo y gestión.
En efecto, debemos poner al agua en el centro de las soluciones y recordar que por su carácter transversal, su buen o mal manejo, tiene repercusiones de fondo en todos los sectores, ecosistemas y recursos naturales, así como en las diversas regiones, comunidades y sectores sin distinción.
El cambio climático ha agravado de manera particular la disponibilidad de agua, por las fuertes sequías que azotan varias regiones del mundo, comprometiendo su calidad y cantidad que es necesaria para las necesidades humanas y los distintos usos, incluyendo a los ecosistemas. Se estima que 700 millones de personas en todo el mundo podrían verse desplazadas por la intensa escasez de agua para 2030. Por su parte, las inundaciones derivadas de este fenómeno agravan año con año los daños y afectaciones a las personas y sus patrimonios, y la infraestructura pública y privada.
Conforme a un estudio del World Resources Institute, asegurar el agua para nuestras sociedades para 2030 podría costar un poco más del 1% del PIB mundial, es decir alrededor de 29 centavos de dólar por persona por día.
La situación del agua en México es de creciente preocupación, dado el crecimiento de la demanda de los distintos usos, incluyendo para la producción de alimentos y de energía, y los grandes niveles de desigualdad e inequidad social y económica existentes en la población.
Cada año se agudiza la problemática de garantizar el acceso al agua, en calidad y cantidad suficientes para sus habitantes. De acuerdo con el Inegi, al día de hoy 44 millones de mexicanos no cuentan con dotación diaria de agua, y de estos, 8.8 millones de mexicanos no tienen acceso directo en sus hogares. Este mismo órgano señala que 1 de cada 3 personas deben acarrearla a sus hogares, principalmente mujeres y niños.
De los 653 acuíferos, 157 presentan ya una situación de sobreexplotación, la mayoría de ellos cercanos a los grandes centros urbanos y de producción de alimentos. A esta situación se suma el hecho que, de acuerdo con la Conagua, la disponibilidad de agua en el país se ha reducido de 18 mil metros cúbicos por habitante al año en 1950; a 3 mil 586 metros cúbicos por habitante al año en 2019, y se estima que para 2030 sea de únicamente de 3 mil 250 metros cúbicos por habitante al año.
Y es justo en este contexto tan complejo y retador que debemos recordar que el agua es central tanto para la atención de las necesidades básicas de las personas, la producción de alimentos, las actividades productivas y la generación de energía, como para la salud de los ecosistemas y áreas naturales, cuya importancia radica en que captan, almacenan, infiltran y recargan el agua, regulan el clima, y permiten la disponibilidad de agua para todos los usos y usuarios.
No hay mejor manera de relacionarnos con la naturaleza que con una adecuada gestión y uso del agua, así como con la protección de los ecosistemas como fuentes de agua, lo cual debe ser considerado por los nuevos modelos de desarrollo en los planos ambiental, social y económico.
Esperemos que líderes, especialistas, y la comunidad internacional asistentes a la Conferencia de Estocolmo tenga esto presente y que, de manera informada y colectiva, se tomen las mejores decisiones que a su vez se reflejen en planes y políticas eficientes para cumplir estas metas, centrales para el futuro del planeta y la humanidad.
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Desde Agua Capital, el Fondo de Agua de la Ciudad de México, ratificamos nuestro compromiso con esta agenda y confirmamos con acciones específicas y la colaboración con múltiples actores, la importancia de promover la seguridad hídrica en beneficio de las personas y la naturaleza.