Con el inicio de la Cuaresma seguro ya la probaste la capirotada o tienes planes de prepararla. Si aún no lo has hecho este año quizá pensar en este rico platillo te lleva a recordar cuando tu mamá o tu abuela te daban de comer capirotada cuando eras niño. La capirotada es un postre unido a una tradición religiosa muy específica en México, que ha sobrevivido al paso del tiempo, pero, ¿de cuándo data este alimento?
Historia de la capirotada
Este platillo típico de tiempos de Semana Santa en México y en ciertos lugares de Estados Unidos donde habitan inmigrantes mexicanos, consiste en una especie de budín que se hace con pan viejo bañado en piloncillo, aromatizado con canela y clavos, y que en su forma tradicional incluye láminas de queso Cotija añejado.
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La capirotada tiene orígenes españoles. No obstante, existen en la Roma Antigua antecedentes remotos de una receta que consiste en trozos de pan bañados en vinagre con agua, seguidos de capas de pollo, queso, alcaparras y pepinos. Curioso, ¿no?
Pero es en España donde se consolida una receta más similar a la que conocemos en México (especialmente en el norte y Bajío). Solo que en el país ibérico de manera inicial se le preparaba con ingredientes salados y embutidos.
Luego la receta llegó a la Nueva España, durante la Conquista, y fue evolucionando de forma progresiva hasta la receta de hoy. Su nombre, cabe señalar, deriva de “capirote”, la palabra con que se conoce a los gorros altos y puntiagudos que usan ciertos sacerdotes en las procesiones de Semana Santa.
La capirotada tiene simbolismos religiosos
La capirotada nunca ha perdido su esencia eminentemente religiosa. Sólo recordemos en qué época de nuestro país llegó: durante la Conquista se realizó en nuestro territorio una suerte de Cruzada eclesiástica para convertir a nuestros indígenas al cristianismo. Es por eso que sus ingredientes cuentan por sí mismos una historia:
El pan viejo con el que se hace alusión al cuerpo de Cristo, un poco desmejorado. A su vez, la miel de piloncillo asemeja su sangre. La canela es un símil de la madera de la cruz donde se le crucificó y, los clavos, de las herramientas del mismo nombre con que se le aseguró a la cruz.
El queso, a su vez, representa el sudario de la verónica y la sábana Santa donde se envolvió a Cristo bajado de la cruz.
La grajea es un elemento moderno pero lo relacionan con la alegría de la Pascua y la resurrección que se espera.
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Entonces la capirotada es más que un simple postre de temporada que invita a meditar en los Misterios de la redención, y comer capirotada pensando en la pasión de Cristo, más allá de un simple antojo ayudará a meditar en familia el don de la redención que nos brindó Cristo en la cruz.
Y por si ya se te antojó, aquí te compartimos la receta:
Ingredientes:
- 15 unidades de pan blanco cortado en trozos y tostado
- 750 mililitros de Agua
- 2 unidades de Piloncillo o Azúcar
- 2 ramas de Canela
- 2 unidades de Clavo de olor
- 1 puñado de Pasas
- 1 puñado de Nueces
- 1 puñado de Coco rallado
- 1 barra de Mantequilla
Preparación:
- Precalienta el horno a 180°C.
- Para el jarabe de piloncillo, calienta en una olla el agua con el piloncillo y la canela, cocina a fuego medio hasta que se disuelva, incorpora las pasitas y cocina hasta que inflen. Retira del fuego y reserva.
- Calienta una sartén a fuego medio con la mantequilla, fríe las rebanadas de pan hasta que estén crujientes y doradas por ambos lados.
- Acomoda las rebanadas de pan en una cazuelita de barro, baña con la miel de piloncillo, cubre con los cacahuates, el coco rallado, la nuez, la almendra y el queso Cotija.
- Hornea por 20 min hasta que esté doradito.
- Sirve una porción y disfruta.
Nota publicada en El Sol de Parral