Samuel y los los niños tristes de Durango: una entrevista a Lázaro Cristóbal Comala

Conversamos con el cantautor mexicano aprovechando el inminente lanzamiento de su nueva producción

Omar Muñoz

  · domingo 3 de marzo de 2019

Lázaro Cristóbal Comala. Foto: Archivo OEM

Hay algo particular en la esencia del noroeste mexicano que genera personajes que suelen combinar lo atrabancado de los Beatniks con la tristeza perenne y agreste de los libros de Rulfo.

Hablemos de Durango. Con su Zona del Silencio y sus nopales morados, esta tierra aloja a Lázaro Cristóbal Comala, una de las joyas del folk nacional. Sus influencias recogen lo mejor de la tradición de Johnny Cash, Kris Kristofferson, Leonard Cohen e incluso Rockdrigo González con una vasta tradición literaria que sintetizados con el pesar colectivo que parece compartir toda una generación, dan origen a una música tanto genuina como brutal.

Conversamos con Daniel Azdar (nombre de pila de este cantautor) aprovechando el inminente lanzamiento de Samuel, su nueva producción y hablamos sobre la vida, la música y algunas cosas más:


● En una canción dices “mi vida no es vida si no me dedico a incendiar y a escribir y a remar”, quiero preguntarte ¿qué sientes que ha hecho Lázaro Cristóbal Comala como proyecto para ti como persona?, porque en cierto sentido me da la impresión de que el tipo de música que haces corresponde con una catarsis emocional que exigiría más que de un personaje, un heterónimo, entonces me gustaría saber ¿cómo vives tu cotidianidad, cómo es vivir con Lázaro?

A Lázaro le agradezco que en su momento me salvó la vida: en lugar de estrellarme la cabeza contra la pared me puse a hacer canciones; sin embargo, conforme pasa el tiempo más me doy cuenta que lo que me cobró a cambio de mantenerme aquí me sigue saliendo muy caro. Roberto Bolaño decía “si no escribiera estaría más vivo, más sano”, y eso me ha pasado con Lázaro. Si sólo fuera Daniel creo que estaría más vivo y más sano. Y sí, lo he dicho varias veces: este personaje no es un pseudónimo sino un heterónimo: cohabitamos, somos roomies siempre peleando.

No me considero parte de la industria musical, sino del trabajo de la canción (lamentablemente, para estar en la canción, tienes que ser de alguna forma parte de esta industria culera), y el trabajo de la canción es pura catarsis emocional e intelectual, puro sacrificio, sólo eso me interesa; nada de hobby ni “sueño de vida”. Mi vida cotidiana es despertarme a las siete, pensar un rato si vale la pena levantarme a trabajar o no. Finalmente decido que sí (aunque no valga la pena), me quito a mis dos gatos de encima, me meto a bañar, me tomo una de Bupropión y una de Lyrica y me voy a trabajar (de nueve a seis). Generalmente saliendo voy a tomarme una cerveza a un bar cerca de la oficina. Llego a casa a eso de las ocho, nueve (tambaleando); ceno algo, le doy de comer a mis gatos, veo la tele, fumo, y a veces sigo bebiendo; si me dan ganas agarro la guitarra; si no, veo la tele hasta que me quedo dormido y así al otro día hasta el fin de los tiempos. Lo de incendiar, escribir y remar es muy de vez en cuando; pero es.


Lázaro ha publicado cuatro discos hasta ahora, incluyendo Zaguán trabajo en el que retoma el canto cardenche.


● La huella de Johnny Cash es indiscutible en tu música, pero también hay una gran tradición tanto musical como literaria en tu trabajo (ahí está el sample de Borges, Bolaño en “No es cierto que nadie va a Durango” o la referencia ineludible de Rulfo), cuéntame un poco más de tus influencias, como se combinan con lo que haces y sobre cuáles crees que pueden ser esos referentes dentro de la escena contemporánea, ¿qué te gusta o te parece interesante de lo que se está haciendo actualmente?

Agarré primero los libros que la guitarra, y hasta la fecha lo sigo haciendo con la canción: agarro primero la letra que la música. No me creo capaz de combinarlas desde un punto de vista estrictamente musical, más bien creo que la torpe y sencilla música que hago ha medio servido para acompañar lo que quiero contar y decir. Me gustan las canciones que pueden leerse (Leonard Cohen, Atahualpa Yupanqui, Dylan). Escucho y leo a Belafonte Sensacional (le dije una vez a Israel Ramírez que él tenía la habilidad de crear sentimientos a partir de juegos de palabras, crónicas de la capital y de la nada; que los demás generamos tristeza con letras de tristeza, amor con amor, política con política, etc.; pero él crea tristeza con la palabra banqueta, patrulla, estación de metro; y eso es lo que hay que leer). Escucho y leo a Negro y a Axel, a Nacho Vegas, Damien Rice.

Lo de incendiar, escribir y remar es muy de vez en cuando; pero es

● Sé que Samuel es un recuento de tu 2018 vuelto canciones, ¿cómo crees que estuvo tu año?, o puesto de otro modo, ¿cómo resultaron esa serie de momentos que quedaron plasmados en las canciones del nuevo disco?

Lo he platicado en un par de entrevistas y no quisiera hacerlo más, porque resulta personalmente complicado y desgastante repetirlo y hablar de ello como si nada; así que ahora sólo podría volver a decir lo que dije en la primer pregunta: Lázaro exige ciertas cosas para permitirme hacer canciones, ciertos sacrificios, ciertos adioses; y me gustaría en algún punto tener la habilidad musical de crear sin tener que pasar por tales cosas, aunque también a veces creo que ello implicaría no tener cierto velo rasgado en las letras o caer en eso de hacer canciones solo por hacer (hobby, “sueño de vida”). Para mí las canciones sirven para rescatar memorias, momentos, decir lo que no podría sin una guitarra por delante, salvar la vida con la condición de sufrirla; no solo para llenar o rellenar discos o salir de gira. Sobre todo las hago para mí, ya luego la gente se las apropia y está bien.



Los niños tristes de Durango son los nuevos infrarrealistas


● Me gustaría saber un poco más sobre “Los niños tristes de Durango”. En cierto modo una de las razones por las cuales la música que haces conecta de forma tan directa con tus escuchas es porque parece que somos toda una generación de niños tristes, como si esos sentimientos estuvieran un poco en el ether que compartimos y que de repente pasa también con Bolaño, por citar algún ejemplo. Algo así como un zeitgeist para el cual, siendo objetivos, no faltan tantos motivos para darse cuenta de lo abrasiva que suele tornarse la realidad, ¿qué podrías contarme sobre este asunto y el sencillo con el que presentas Samuel?

Los niños tristes de Durango son los nuevos infrarrealistas. Músicos de la vida. Para ellos puede ser tan importante drogarse, beber, pelearse, coger o colgarse como hacer canciones. Están haciendo vida, quizá más que canciones, y allí está la canción. Esa canción conecta porque me considero parte de ellos sin conocer a la mayoría o ir a sus tocadas. Hablo de ellos porque hablo de mí. No deseo de ellos más que aprendan de los errores de los adultos que eran como ellos y ahora los critican. Los punks y músicos de Durango no solo se volvieron adultos, se volvieron tías tipo Daniel Bisogno que los critican desde sus computadoras, con su cuenta de Facebook. Les arde la cola porque no pudieron hacer nada con la música y ahora se volvieron críticos de ellos (eso es más fácil y cualquiera con Internet puede hacerlo). Dios quiera que cuando haya nuevos niños los de ahora no se conviertan en estos Bisognos.


● Estuviste en Guadalajara en noviembre, abriendo el show de Nacho Vegas, ¿tienes planes de regresar pronto?, ¿qué viene ahora que está en puerta la presentación del disco?

No me prometió futuro sino puro presente. Me besó tanto como pudo y yo me dejé besar. Mientras yo abría su concierto él salió del camerino y se paró junto a mi hermano para escucharme. Al término hablamos de medicamentos y luego le presenté a mi madre. Después de eso hemos intercambiado mensajes. Me emborracho y le escribo, le cuento mis cosas. Él me responde y me da algún consejo. Lo quiero. Y claro que me gustaría volver a verlo cuando regrese al país. Ahora yo lo besaría.

El concierto del 2 de marzo en el Teatro Victoria fue el último concierto que daré en Durango, si dios quiere, en la vida. Y fuera de ello empezaré a presentar mi disco en abril en Ciudad de México, espero en Guadalajara y también en Monterrey. Termino eso y seguiré con otros planes que nada tienen que ver con la música.


Samuel se estrena en las plataformas digitales en el mes de abril, por lo pronto puedes escuchar aquí su disco anterior Canciones del Ancla:


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